Es una campaña política o electoral dirigida por empresas o campañistas profesionales pagados bajo contrato y realizada con personal también a sueldo, en la cual se hace uso de tecnologías de la persuasión altamente especializadas y complejas a través de los medios masivos de comunicación electrónica, por lo que, dado su costo, implica una alta intensidad de capital. Los partidos, candidatos o grupos con grandes recursos económicos, pero con escasos seguidores, suelen recurrir a este tipo de campañas.
Las campañas profesionales comenzaron a surgir en Estados Unidos con la aparición de la radio y con su uso para la propaganda política y electoral. Se distinguen de una campaña tradicional o partidista, en la cual, la dirección de la misma corre a cargo de los dirigentes y cuadros de los partidos o grupos, y es realizada por voluntarios, todos movidos por su ideología o militancia política, por su fe en la plataforma de la campaña, su confianza en el candidato y su expectativa de llegar al gobierno, o por su creencia en la bondad de aplicar una determinada política, no por ganar honorarios, utilidades o sueldos; de modo que implica una alta intensidad de mano de obra y uso importante de la comunicación interpersonal. Las campañas partidistas o tradicionales son preferidas por los grupos, partidos y candidatos con amplio apoyo popular y recursos económicos escasos.
Las campañas profesionales tienen las ventajas de la tecnología y del mayor control que resulta de que su personal está obligado a cumplir las tareas convenidas en un contrato. Sus desventajas son su alto costo, que pueden atender más a la forma que al contenido y estimular candidaturas carentes de cualidades verdaderas y de apoyo real, sólido y permanente, indispensable para la tarea de gobernar, o promover causas que únicamente favorecen a determinado grupo de interés. Las campañas tradicionales tienen las desventajas de su falta de profesionalismo y de que es más difícil controlar y motivar el trabajo voluntario de personas entusiastas pero inexpertas. Su mayor ventaja es que representan el ideal democrático de sean los propios ciudadanos quienes convenzan de manera libre, voluntaria, informal y espontánea a sus conciudadanos de la necesidad de que un partido o candidato asuma un puesto público o de que se implante una determinada medida. Decía Maquiavelo: "Es máxima generalmente recibida que nada hay tan endeble como el poder que no se apoya en sí mismo; es decir, que no se defiende por los propios ciudadanos"...
También existen campañas mixtas, en las cuales se combinan elementos profesionalesy partidistas.
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