Se deriva del concepto mitológico griego (gracia divina) de que ciertos individuos son escogidos divina y milagrosamente para poseer talentos excepcionales de mente y de carácter. El término proviene de la teología cristiana que significa "un don especialmente concedido por la gracia de Dios". Pero aun antes del cristianismo han existido hombres con poderes sobrenaturales, carismáticos a los que llamaban hechiceros por su capacidad de comunicación con los dioses y por practicar ritos en beneficio de algún enfermo o de la comunidad en general. Este hechicero se vestía y adornaba de manera peculiar y muy vistosa para atraer la atención de los dioses.
En el cristianismo implicaba una facultad extraordinaria, poder divino para curar o profetizar y hacer milagros como ganar una batalla en condiciones de inferioridad. En la época medieval bizantina la palabra carisma hacía referencia a quienes en un estado anímico de " pasión maníaca " como frenéticos guerreros, drogados o presas de un ataque lograban el apoyo de sus tropas y ahuyentaban al enemigo en la guerra.
Los especialistas identifican al sociólogo Max Weber como el autor que desarrolló primeramente este concepto, cuando describió su tipología del liderazgo: tradicional si se basa en las costumbres, legal-racional cuando descansa en las leyes y en el interés, y carismático si se fundamenta en la creencia de que el líder posee cualidades extraordinarias que han sido inspiradas por alguna fuente o poder trascendente. Weber definió el término como un talento de la mente, cualidad o característica sobrenatural o al menos excepcional que distingue a algunos hombres de la mayoría y que les permite ejercer un poder absoluto sobre sus seguidores quienes los obedecen con fe ciega. El énfasis está en la habilidad extraordinaria del líder carismático para influir sobre sus seguidores. El carisma es característico de las grandes personalidades innovadoras que rompen con los sistemas conservadores.
Por otra parte, el líder carismático está obligado a demostrar periódicamente las facultades extraordinarias que se le atribuyen.
Algunos líderes comúnmente citados como merecedores de este calificativo son Hitler, Nasser, Mao Zedong, Fidel Castro, John. F. Kennedy y otros más.
Otros autores lo definen como atributo de un estilo de liderazgo basado en las cualidades personales más que en la posición formal. El líder carismático es aquella persona que :
a) Atrae a los demás
b) Tiene gran capacidad para lograr sus metas
c) Gran poder de persuasión
d) Habilidad para ganarse la lealtad de sus colaboradores.
e) Aunque es generalmente abierto y extrovertido también puede ser reservado.
El término se ha popularizado para ser aplicado a casi cualquier figura pública con atracción personal .
El carisma en el liderazgo político no implica una relación privilegiada con la divinidad, o con poderes extraordinarios, más bien apela a mitos como la identidad nacional, los ideales revolucionarios, la recuperación de las tradiciones liberadoras y progresistas aunque sea una contradicción, la lucha contra el imperialismo, la construcción de un nuevo modelo de sociedad, éstos y otros horizontes que sólo el jefe carismático es capaz de conocer, así como los caminos para alcanzarlos.
El carisma es la habilidad para capturar la imaginación de los seguidores e inspirarles lealtad absoluta e indeclinable devoción. Esta capacidad no se basa en la lógica, las ideas o las polìticas del líder, sino en su estilo y presencia individual, las cuales remueven toda duda acerca de las primeras.
Mucho del carisma se deriva de los acontecimientos espectaculares que rodean al líder y que le exigen decisiones y acciones extraordinarias, al mismo tiempo que le otorgan una gran visibilidad y prestigios públicos. Por eso en las campañas se trata de crear espectacularidad para que los candidatos luzcan a los ojos de los electores como grandes líderes carismáticos que enfrentan situaciones dramáticas.
Todos los candidatos desean tener algo de carisma que lo identifique como un líder (el carisma de Roosevelt le permitió ganar cuatro elecciones presidenciales consecutivas); sin embargo, el carisma ha sido asociado con los demagogos y un gran carisma con los líderes totalitarios.
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