EL CONSERVADURISMO Y EL ASCENSO DE RONALD REAGAN
Las tendencias en la economía, la sociedad y la política en las dos décadas anteriores -que abarcó desde la criminalidad y la polarización racial en muchos centros urbanos, hasta los reveses económicos y la inflación en los años de Carter- provocaron un sentimiento de desilusión en muchos estadounidenses. Eso creó también una renovada suspicacia hacia el gobierno y ante la capacidad de éste para lidiar en forma eficaz con los más arraigados problemas sociales y políticos del país.
Los conservadores, que por largo tiempo no habían tenido el poder en el plano nacional, estaban en muy buena posición para explotar el nuevo estado de ánimo. En esa época muchos estadounidenses fueron receptivos al mensaje conservador de imponer límites al gobierno, fortalecer la defensa nacional y proteger los valores tradicionales contra lo que se percibía como la invasión de una sociedad moderna que era demasiado tolerante y a menudo caótica.
El repunte de los conservadores tuvo muchas causas. Un crecido número de cristianos fundamentalistas, que consideraban la Biblia como la palabra directa e infalible de Dios, estaban muy alarmados por el incremento de la delincuencia y la inmoralidad sexual. Uno de los grupos de mayor eficacia política, surgido a principios de los años 80, recibió el nombre de la Mayoría Moral y su líder era el ministro bautista Jerry Falwell. Otro grupo, dirigido por Pat Robertson, creó una organización con el nombre de Coalición Cristiana, que en la década de 1990 se convirtió en una fuerza poderosa en el Partido Republicano. Igual que muchos otros grupos de ese tipo, ellos deseaban que la religión volviera a ocupar un sitio preponderante en la vida estadounidense. Los evangelistas que predicaban por televisión, como Falwell y Robertson, tuvieron un enorme número de seguidores.
Otro tema que encendió a los conservadores fue el del aborto, uno de los problemas más enconados y emocionales de la época. La oposición a la decisión tomada por la Corte Suprema en el caso Roe v. Wade en 1973, por la cual se afirmó el derecho de la mujer al aborto en los primeros meses de embarazo, logró reunir a una gran variedad de organizaciones e individuos. Entre ellos figuraban, aunque no en forma exclusiva, un gran número de católicos, conservadores políticos y fundamentalistas religiosos, la mayoría de los cuales veía el aborto como un acto equivalente al homicidio, en casi todos los casos. Ellos estaban dispuestos a organizarse para dar su apoyo a los políticos que estuvieran de acuerdo con su opinión, y para combatir a los que no pensaran en la misma forma. Las manifestaciones a favor y en contra de la libre elección en materia de aborto llegaron a ser un rasgo permanente del paisaje político.
En el Partido Republicano, la derecha volvió a ser el ala dominante. Por breve tiempo la derecha había tenido el control del Partido Republicano, en 1964, por obra de su candidato presidencial Barry Goldwater, pero después pasó a un segundo plano. Sin embargo en 1980, con el empleo de las técnicas modernas para la recaudación de fondos, la derecha se impuso al ala moderada del partido. Gracias a la beligerancia intelectual de varios conservadores, como el economista Milton Friedman, los periodistas William F. Buckley y George Will, y a la de ciertas instituciones de investigación como la Heritage Foundation, la Nueva Derecha desempeñó un papel decisivo para definir el temario de la década de 1980.
Igual que otros conservadores, es decir, la "Antigua Derecha", la Nueva Derecha pugnó por poner límites estrictos a la intervención del gobierno en la economía. Sin embargo la Nueva Derecha también estaba dispuesta a usar el poder del estado para imponer su propia visión de los valores de la familia, crear restricciones para la conducta homosexual y censurar la pornografía. En general la Nueva Derecha preconizaba también la adopción de medidas severas contra la delincuencia, el fortalecimiento de la defensa nacional, una enmienda a la Constitución para permitir la oración en las escuelas públicas, la oposición al aborto y la anulación de la Enmienda sobre la Igualdad de Derechos para la mujer.
El hombre que logró fusionar todas esas tendencias diversas fue Ronald Reagan. Nacido en Illinois, él alcanzó el estrellato en el cine de Hollywood y en la televisión, antes de dedicarse a la política. La primera vez que logró destacar en la política fue en un discurso que pronunció en 1964 y fue trasmitido por televisión a todo el país, para dar su apoyo a Barry Goldwater. Reagan ganó el cargo de gobernador de California en 1966, gracias a la reacción en masa de los votantes contra la rebelión estudiantil registrada en la Universidad de California en Berkeley, y se mantuvo en el cargo hasta 1975. Después de perder por escaso margen la candidatura del Partido Republicano para la presidencia en 1976, obtuvo por fin ésta en 1980 y avanzó sin parar hasta que ocupó el cargo de presidente, derrotando a Jimmy Carter. Reagan obtuvo la reelección por abrumadora mayoría en 1984, contra el vicepresidente de Carter, Walter Mondale.
El invariable optimismo del presidente Reagan y su capacidad para exaltar los logros y las aspiraciones del pueblo de los EUA campearon en los dos periodos que ocupó el cargo. Para muchos estadounidenses él fue un emblema de reafirmación y estabilidad. A pesar de su propensión a las declaraciones desacertadas, Reagan llegó a ser conocido como el "gran comunicador", sobre todo por su dominio de la televisión. Él hizo que mucha gente evocara la prosperidad y la relativa tranquilidad social de los años 50, una época que estuvo dominada por otro personaje público genial que se ganó el afecto de la ciudadanía, el presidente Dwight Eisenhower.
Reagan estimó que el gobierno se inmiscuía demasiado en la vida del país. Por eso se propuso eliminar los programas que a su juicio no necesitaba el país, y acabar con "el desperdicio, el fraude y el abuso". En toda su gestión, Reagan aplicó también un programa de desregulación más tajante que el aplicado por Jimmy Carter. Reagan trató de suprimir los reglamentos que perjudicaban al consumidor, a los centros de trabajo y al medio ambiente, pues argumentó que eran caros e ineficientes, y que impedían el crecimiento económico.
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