Son los trabajadores de primera línea de un partido político a quienes se les asignan varias manzanas de una ciudad o un vecindario como reclutas y miembros al servicio de un partido o de una campaña. Su más importante y única función es asegurar el voto el día de la elección o días antes de la misma, de los electores que se han identificado a favor del candidato, de modo que acudan puntualmente a las urnas a depositar su voto. Si lo permite la ley, durante la jornada electoral los promotores conducen a la gente a las casillas, registran en las mismas a quienes van votando para identificar a quienes no lo han hecho e invitarlos personalmente o por teléfono a que sufraguen, siempre y cuando tengan la certeza de que votarán a su favor.
Los promotores del voto pueden ser voluntarios o mercenarios. Los primeros, además de la ventaja de su menor costo, pueden tener mayor conocimiento de los electores y por lo tanto, mayor entusiasmo y poder de persuasión, dado que se reclutan entre los mismos habitantes de la zona; la desventaja es su falta de tecnificación y disciplina; además, cuando una persona hace lago a favor de un candidato, no sólo le dará su propio voto, sino los votos de aquellos sobre los que influye. Los segundos tienen a su favor justamente la técnica de la persuasión, la organización y la disciplina, pero en contraste, su profesionalismo puede hacer que su actividad parezca artificial, mecánica, fría y sin la espontaneidad y emoción de quienes luchan por una causa, no por ganarse un ingreso. Asimismo, nada garantiza que ellos mismos votarán por el candidato que promueven.
En México, durante las elecciones del 2000, según el Partido Revolucionario Institucional (PRI) más de dos millones y medio de sus simpatizantes promovieron el voto; asimismo, Redes 200 reclutó 23,118 promotores y Red Ciudadana 141,979. La Alianza por México integró "Brigadas del Sol" con 30 mil jóvenes que hicieron visitas domiciliarias para promover el voto en 64,000 secciones electorales.
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