Es la persona nominada para ocupar un puesto de elección popular que satisface los requisitos de elegibilidad, por lo que no está incapacitada para desempeñarlo por no reunir los requisitos legales que generalmente se establecen a nivel constitucional (edad, ciudadanía, etc.), ni inhabilitada por no cumplir requisitos específicos electorales como la residencia en el lugar por el que se postula, y cuya situación tampoco presenta incompatibilidades, como estar desempeñando un cargo en el gobierno.
El derecho que tiene una persona para ser elegida a cargos que se cubren por votación se llama sufragio pasivo, diferente del sufragio activo que es la facultad de expresar la voluntad en torno a algo o a alguien, como una iniciativa de ley o un candidato.
Existen dos clases de candidaturas: las personales, en las que se elige a una persona, y las pluripersonales, en las cuales se elige a una lista de personas o planilla. En ambos casos, las leyes señalan los requisitos de elegibilidad que deben satisfacer los aspirantes a estos cargos, así como los casos de incapacidad, inhabilidad e incompatibilidad.
En el proceso electoral pueden distinguirse dos momentos importantes para quienes buscan un cargo de elección popular: la nominación o postulación de los candidatos que hacen los partidos (en muchos países en forma exclusiva) o los grupos organizados con este propósito, y la elección de los mismos candidatos propiamente dicha, que corresponde ya a los electores.
Previamente a la nominación, los interesados en obtenerla luchan pública o soterradamente (precampaña) como precandidatos para ser seleccionados. Debido a que las leyes establecen limitaciones para los candidatos, como los topes a los gastos de campaña, muchos políticos no anuncian su precandidatura formal hasta el momento que consideran estratégico, aunque resulte obvio para todos que están buscando esa candidatura. Las técnicas de selección de candidatos dentro de los partidos u organizaciones son variables y van desde las decisiones personales y cupulares, hasta las convenciones y elecciones primarias abiertas.
Una vez decidida la candidatura a favor de una persona o lista de personas, el partido o grupo registra legalmente a sus candidatos y a partir de entonces, se inicia abiertamente la campaña electoral. El electorado sólo puede escoger entre quienes han sido registrados como candidatos, de modo que cuando el partido es dominante, la selección del candidato determina la elección. Efectuadas las elecciones, como resultado de la votación alcanzada, el candidato triunfador pasa a la categoría de electo (presidente electo, diputado electo, etc.), en tanto toma posesión del cargo.
La palabra candidato proviene del latín "candidatus", que se refiere a quien usaba la toga blanca, "candidus", que portaban en la antigua República de Roma quienes buscaban un puesto público, para simbolizar la pureza de su vida y de sus intenciones. En el Derecho Romano el ilícito contra la libertad política llamado ambitus, era reprimido por la Lex Julia, que sancionaba las conductas que restringían u ofendían la libertad de elegir, como el que los candidatos se presentaran con trajes vistosos en lugares concurridos, de ahí se originó la costumbre de que usaran la túnica blanca.
a. El candidato ideal
Desde la antigüedad, se ha reflexionado acerca de las virtudes de los buenos políticos, pero hoy con la democracia moderna, ha resurgido el problema de evaluar las cualidades de los candidatos. Diversos autores han vuelto a pensar acerca de las características deseables en un candidato, pero cada vez más se ha tomado conciencia de que no existe un candidato ideal, que todas las virtudes y defectos que se han encontrado tienen un carácter cultural y contingente a un momento y a una situación, y que es el conjunto de estas virtudes y defectos que integran la personalidad de un candidato, lo que atrae o repele al electorado. Por eso es importante en cada elección, analizar y evaluar a los candidatos en competencia.
Todo candidato debe tener una conexión válida con los electores de la división electoral por la que se postula. Idealmente esto significa ser nativo de la división, vivir y trabajar en ella y estar de acuerdo con los electores en la mayoría de los asuntos de su interés.
En México, según una encuesta publicada por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM en 1996, las cualidades que más "le gustarían en un gobernante" a la gente son: "justo y honesto, honrado, cumplido, sincero, trabajador y responsable".
b. Análisis de las fuerzas y debilidades de los candidatos.
Los candidatos poseen una serie de características que determinan sus fuerzas y debilidades para realizar exitosamente una precampaña o campaña. Las características que constituyen su fortaleza pueden clasificarse en: a. personales (resistencia física, formación intelectual, carácter, madurez, etc.); b. profesionales (formación académica, logros en la vida pública, etc.); y c. políticas (posición, antecedentes, partido, grupo, etc.). El valor de estas características depende de lo que el electorado crea que deben ser los atributos de un político o estadista.
Las debilidades también deben ser consideradas por el electorado como tales. Entre las más importantes están los antecedentes oscuros, la edad, el género, la etnia, la inexperiencia, etc. Se trata de controlarlas o neutralizarlas durante la campaña, e impedir que sean aprovechadas por los opositores.
También debe tenerse en cuenta el entorno social del candidato: cónyuge, hijos, familiares, amigos, asociados, colaboradores, etc. Decía Maquiavelo: "No puede haber mejor indicio de cómo es un hombre que las compañías que frecuenta... quien tiene compañías honestas adquiere buen nombre, porque es imposible que no guarde alguna semejanza con ellas". En especial, el cónyuge es parte muy importante de su fachada personal y familiar.
Las fortalezas y debilidades de los candidatos se consideran siempre en forma comparativa entre los mismos y en relación a lo que cree la gente que requiere el buen desempeño del cargo para el que compiten, ya que el elector no puede aspirar a escoger al candidato ideal, sino al mejor o al menos malo de los que se presentan en una elección. Asimismo, es importante conocer la opinión de los electores respecto a las mismas fortalezas y debilidades. Por lo anterior, se realiza un minucioso análisis y evaluación del candidato y de sus opositores, siempre desde la perspectiva del electorado.
Algunos candidatos pueden tener alguna ventaja comparativa para la campaña, como un alto rating de reconocimiento de su nombre ( el grado en que la gente los identifica) y de favorabilidad (el grado en que la gente los apoya), recursos personales cuantiosos, excelente equipo de trabajo, disponibilidad de tiempo completo, etc.
Con base en las fortalezas y debilidades comparativas consideradas por los electores, así como en otros muchos factores (electorado, opositores, recursos, coyuntura, etc.), se define o se posiciona al candidato. El concepto del candidato es la proposición única que sintetiza las razones por las cuales merece el apoyo y se usa como el tema central para persuadir al elector. Así, el desarrollo de la estrategia implica enfatizar, de algún modo, lo positivo del candidato y soslayar lo que tenga de negativo; en lo que se refiere a los opositores, la estrategia es al revés: enfatizar lo negativo y soslayar lo positivo.
c. Las candidatas
Decía Golda Meier:" para ser exitosa, una mujer tiene que ser mejor que un hombre en su trabajo . Tiene que trabajar un poco más duro y un poco más de tiempo". Las candidatas necesitan probar que tienen conocimientos que el elector considera ajenos al quehacer femenino, y que la gente supone a priori que todos los candidatos varones los poseen. De modo que las candidatas tienen la doble tarea de ganar votos y de luchar contra los prejuicios de que la política es cosa de hombres.
Ser mujer puede tener un impacto en los electores, aunque no es el único factor que consideran al decidir su voto. De cualquier manera la cuestión del género debe ser contemplada en la estrategia general de la campaña, sea como un factor a favor o como una característica en contra.
Algunos reporteros aplican un doble estándar para juzgar a candidatos y candidatas, pues en ellas enfocan los asuntos más triviales o los hechos más insignificantes que frecuentemente las lastiman, e interpretan el mismo comportamiento de manera diferente según se trate de un hombre o de una mujer; aun las palabras mismas que se utilizan para describir a unos y a otras, las pueden colocar implícitamente en situación de inferioridad respecto a sus opositores masculinos.
Kim Fridkin Kahn (The Political Consequences of Being a Woman) señala que los estereotipos acerca del hombre y la mujer afectan el comportamiento de los candidatos (quienes ajustan sus estrategias a ellos), la manera como los tratan los periodistas y la evaluación que de los candidatos realizan los electores. Sin embargo, las consecuencias de estos estereotipos sexuales varían según el contexto en que se desarrolla la campaña: por ejemplo, los temas que se debaten, así como los puestos que se disputan; los temas pueden otorgar ventaja o debilitar a las candidatas o candidatos según correspondan a los estereotipos femeninos (salud, educación) o masculinos (economía, defensa); asimismo, los puestos ejecutivos son vistos como más apropiados para los varones, a quienes se les atribuyen dotes de liderazgo en virtud de su género, lo cual puede significar una desventaja para las candidatas a ocupar este tipo de puestos.
d. Preparación de los candidatos
En Coriolano, Shakespeare presenta a un general que como candidato, se niega a pedir votos para ser cónsul porque es un papel que no puede representar "sin sonrojarse" y se pregunta: "¿Por qué estoy aquí, bajo esta vestidura de lana (la toga "cándida") mendigando a todos los rústicos y a todos los charlatanes que vienen a dar sus sufragios sin valor?" Su incomprensión y rechazo a la demagogia y a la intriga, conducen a Coriolano a la muerte.
De esta obra de Shakespeare puede inferirse que una campaña puede significar una dura prueba para el candidato. Actualmente, se tiene conciencia que resulta necesaria su preparación física (salud, apariencia, etc.), mental (confianza, compromiso, etc.), moral y emocional. Asimismo, que requiere de aumentar sus habilidades de comunicación interpersonal, verbal y no verbal, así como por los medios masivos. Se trata de preparar al candidato como el canal principal del mensaje de la campaña y de acentuar las características y habilidades que serán más útiles al candidato de acuerdo con la estrategia de la campaña.
Toda campaña, por más planeada que haya sido, siempre implica algo de azar, por lo que no hay que olvidar que, como decía Maquiavelo, "donde los hombres tienen poca virtud, la fortuna muestra todo su poder... (y que) la naturaleza produce pocos hombres vigorosos; la laboriosidad y el ejercicio crean muchos". Esta es la importancia de la preparación del candidato.
e. Candidatos y campañas
Toda campaña gira alrededor del candidato, quien es su centro y su razón de ser, su mayor valor y su principal instrumento. El candidato es el único que puede realizar determinados actos como las presentaciones personales y los debates; es el agente con mayor poder de persuasión de la campaña, y quien toma, en última instancia, las decisiones estratégicas de la misma. En el candidato están todas las potencialidades y todas las limitaciones de la campaña. En ocasiones, los cónyuges y personas más cercanas a los candidatos se desempeñan como sus sustitutos en actos importantes, pero en esencia, nada sustituye al candidato. Si la campaña es pequeña, el grueso de las actividades recaen en el candidato.
El candidato es el principal canal de comunicación de la campaña, la fuente principal y permanente, planeada o espontánea, intencional o involuntaria, de mensajes, imágenes y señales expresados en diversos lenguajes: oral, visual, corporal, icónico, etc. En consecuencia, la tarea fundamental del candidato es ostentarse siempre como la persona idónea para ocupar el puesto en disputa conforme a las creencias del electorado acerca de las cualidades personales que los políticos deben poseer para desempeñar ese cargo.
Esta tarea la realiza el candidato mediante el contacto personal con los electores (mítines, reuniones, verbenas, cafés, etc.), por el mensaje no verbal que transmiten los actos en los cuales participa (masivos, entusiastas, organizados, etc.) y por la intermediación de la prensa (declaraciones, debates, entrevistas, etc.). Sus aciertos y errores en estos campos pueden ser multiplicados en los otros frentes de la campaña.
f. Candidatos y votos
Con la personalización de la política, se ha incrementado la importancia de los candidatos en la decisión del voto. Los electores pueden apoyar a un candidato por que les parece honesto, o porque les gusta su visión del futuro, o porque piensan que será un buen líder; también pueden no estar de acuerdo con él por las mismas razones. Además, muchos votantes deciden no con base a su afecto por un candidato determinado, sino a la aversión que sienten por su oponente.
En general, la influencia de los candidatos en la votación es más fuerte en los sistemas presidencialistas que en los parlamentarios y cuando los electores consideran que conocen lo suficiente acerca de los candidatos. En particular, esta influencia es mayor cuanto menor es el voto partidista o "duro", ya que quienes apoyan a un partido tienden a concebir positivamente a sus candidatos, cualesquiera que sean; en contraste, los electores no partidistas, con frecuencia usan las personalidades de los candidatos como una guía para decidir su voto, pues no sienten apego por un partido y las posiciones políticas les resultan complejas y poco entendibles.
g. Ética y Candidatos
La cultura democrática igualitaria que mide a los polìticos y funcionarios como si fueran "gente común y corriente", tiende a olvidar que los polìticos electos y los funcionarios tienen que ser superiores en virtudes y moralidad.
Al respecto en el Informe al Club de Roma de 1994, se propone el siguiente Código Etico para Políticos:
1. Contempla tu posición de gobierno como un voto de confianza y una misión sagrada.
2. Dedica todos tus esfuerzos al aprendizaje y la reflexión y rodéate de asesores altamente calificados.
3. Di la verdad, aun cuando a tus seguidores y electores no les guste oírla.
4. Tu vida privada debe servir de ejemplo.
5. Expón públicamente toda la información que pueda ser relevante para tu actuación. Y renuncia cuando sientas que no estás a la altura.
6. Rechaza ingresos y prebendas, directos o inderectos, a no ser aquellos que te correspondan por el estricto cumplimiento de tu cargo.
7. Considera que la transferencia de poderes a tus sucesores es uno de tus principales cometidos.
Toma nota de las decisiones importantes para poder rendir cuentas y asumir responsabilidades.
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