De acuerdo con la metáfora militar, son los ámbitos en los cuales tienen lugar las acciones que comprende toda campaña. Como en la guerra, la campaña es dividida conforme a los distintos frentes en que se librará la batalla electoral, de modo que se puedan precisar los objetivos a conseguir en cada uno de ellos y las responsabilidades que correspondan a sus directivos.
Un frente es la línea de operaciones que limita con las líneas enemigas y en la cual los ejércitos entran en contacto. Es la línea de fuego, los sitios en que se libran las batallas. En las campañas electorales, los frentes se refieren a los campos en los que compiten los propios candidatos, sus representantes, su propaganda, la información de sus actividades y el manejo eficiente de los recursos de que disponen.
Los frentes principales de las campañas son: el frente del candidato, de la colecta de fondos, de la propaganda, de la información noticiosa, de la campaña negativa, de la promoción del voto y de la dirección y administración del conjunto. Los resultados de la votación son producto de las acciones en todos los frentes; por eso la debilidad en uno de ellos puede ser compensada por la superioridad en otro; asimismo, las actividades en todos los frentes pueden coordinarse, complementarse y apoyarse mutuamente para aumentar la eficacia de la campaña en general.
En toda campaña todos los frentes deben ser cubiertos, pues la derrota en alguno de ellos puede significar el fracaso general de la misma. De igual manera, la superioridad en uno o más de estos frentes puede ser el factor decisivo del triunfo electoral. El frente del candidato es el principal en cualquier campaña y el que predomina casi por completo en las pequeñas; la derrota en este frente generalmente equivale a la derrota en la elección. Los otros frentes pueden tener diferente importancia de acuerdo con el nivel de la elección, la estrategia de la campaña y los términos en que se desarrolle la competencia entre los candidatos.
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