Una forma cortés de referirse a las debilidades personales de los candidatos que pueden despertar el interés de los electores, como el exceso en el consumo de bebidas alcohólicas o el comportamiento sexual poco tradicional, las cuales se perciben como problemas de carácter. El carácter engloba la fortaleza moral, la valentía, la personalidad, la integridad, el liderazgo y la confiabilidad por los cuales se juzga a un individuo. Estos rasgos son considerados de gran importancia en los líderes políticos y sociales.
La cuestión del carácter de los gobernantes ha sido una preocupación antigua. Tres siglos antes de Cristo, Kautilya, pensador político indú, señalaba que los reyes debían estar libres de seis pasiones: sexo, cólera, avaricia, vanidad, arrogancia y alborozo. En el Renacimiento, escribió Maquiavelo: " Los hombres excelentes conservan en cualquier circunstancia el mismo ánimo y la misma dignidad, los débiles se embriagan con la buena fortuna y atribuyen todo su bien a unas virtudes que no conocieron jamás, de donde resulta que se vuelven insoportables y odiosos a cuantos les rodean". William Prescott, historiador del siglo XIX señaló respecto a la debilidad de Isabel La católica frente a Torquemada: "En el ejercicio del poder supremo, un hombre débil es más perjudicial que uno malvado".
En México, cuando los periodos eran de cuatro años, en su gran novela, José Rubén Romero hizo decir a Pito Pérez acerca del comportamiento de los gobernantes: "Primer año: ciclo de promesas, sonrisas y cortesías para los electores; segundo año: liquidación de viejas amistades para evitar que con su presencia recuerden el pasado, y creación de un Supremo Consejo de Lambiscones; tercer año: curso completo de egolatría y megalomanía; cuarto y último año: preponderancia de la opinión personal y arbitrariedades a toda orquesta".
Hoy, el carácter de los candidatos se reconoce como una cuestión esencial en la medida que las cualidades personales son las más invariables, las que presentan menos probabilidades de ser alteradas por la experiencia del desempeño de un cargo. Si bien los gobernantes pueden convertirse en mejores políticos y administradores no es probable que se conviertan en mejores personas.
El estilo es la parte más visible de los candidatos, es la manera habitual en que se desempeñan tres roles políticos: retórico, de relaciones personales y de estudio y reflexión. La visión del mundo son las creencias fundamentales políticamente relevantes, en particular las concepciones de causalidad social, de la naturaleza humana y de los conflictos morales de la época. El carácter es la manera en que un candidato se orienta a sí mismo hacia la vida, no en el momento, sino de modo duradero. La autoestima es el recurso personal fundamental, en cuya defensa y avance se sacrifican muchos otros valores. En cada candidato, estilo, visión del mundo y carácter integran un arreglo de motivos, creencias y hábitos al servicio de la necesidad de autoestima. La clase de ser humano que es, de ganar la elección, quedará impresa en la manera como desempeñará el puesto a que aspira.
La importancia del carácter en los gobernantes, quedó claramente expresada por Michael Dukakis, cuando declaró su candidatura presidencial en 1987: "El próximo presidente de Estados Unidos afrontará retos que ninguna declaración de principios en la campaña tiene la posibilidad de prever. Pero lo que puede medirse por anticipado es el carácter de la persona que hará frente a estos retos".
Las cuestiones de carácter son aprovechadas para la campaña negativa con base en el razonamiento de que tendrán consecuencias importantes en el modo en que se desempeñará el candidato en el cargo público que pretende ocupar. Una táctica comunmente empleada es "asesinar el carácter", que consiste en una serie implacable de ataques enfocados en el carácter de un candidato para distraer la atención de las cuestiones en debate y exhibirlo como incapaz de asumir plenamente la responsabilidad que implica el puesto en disputa. A veces los ataques se realizan verbalmente, fundados en información o infundios acerca de su vida privada, con la aclaración de que no se pretende resaltar el pecado cometido, sino denunciar que se miente al electorado al no reconocer sus debilidades.
En Estados Unidos, señala Theodore White, "la gente le perdona casi todos los pecados a los políticos que ama"; sin embargo, se cree que los votantes aceptan candidatos bebedores, minusválidos y mujeriegos, no así adictos a las drogas, enfermos mentales, homosexuales y lesbianas.
La cuestión del carácter estuvo presente en las campañas presidenciales del 2000 en Estados Unidos y México. La capacidad intelectual del candidato George W. Bush fué cuestionada, y pocos días antes de las elecciones, se dió a conocer que en su juventud había sido arrestado por manejar su automóvil bajo el efecto del alcohol. En México, durante el segundo debate entre los candidatos presidenciales, Labastida, del Partido Revolucionario Institucional, denunció que Fox , candidato opositor que finalmente ganó, lo había sometido a intensos ataques personales (que lo había llamado "chaparro", "mariquita", "lavestida", "mandilón") en un intento fallido de exhibir la agresividad de su oponente que "ofendía a las familias mexicanas" y restarle simpatías.
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