Son estrategias para alentar al espectador o al lector a Interpretar de una manera particular, o a encerrar en determinado marco ideológico, una narrativa de ficción o acerca de hechos reales. La clausura es una propiedad de los textos y no de las intenciones de quienes los producen o de las opiniones de quienes los leen o los reciben, de modo que sus mecanismos son en última instancia retóricos.
O'' Sullivan señala por ejemplo, que los medios de comunicación clausuran el concepto de "la juventud": en la mayor parte de los casos esa expresión connota no a las personas jóvenes en general, sino a los jóvenes varones, y no sólo a cualquier varón joven, sino a aquellos que manifiestan una conducta antisocial. Así, "la juventud" es significada por una constelación de significantes que, colectivamente, clausuran nuestra propia percepción de la juventud: significa asaltantes, violencia, cabezas rapadas, revólveres, grafitti, fanáticos seguidores de un equipo de fútbol, etc. Si queremos hablar de "personas jóvenes" y no de inadaptados sociales, no podemos emplear cómodamente el signo "la juventud". Los propios medios se encargan de distinguir entre "los jóvenes" y "los muchachos y las chicas".
La propaganda electoral usa la clausura ideológica ampliamente para persuadir a los electores o desacreditar a los candidatos opositores.
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