' En Estados Unidos, se refiere a quienes controlan mediante la distribución de beneficios la organización de masas de un partido dentro de una localidad. Es una modalidad de organización extraoficial y no ideológica de los partidos que concentra núcleos dispersos de poder a través de un jefe, cacique o líder político que mediante regalos, corrupción, miedo, intimidación y violencia, sirve a sus propios intereses particulares y a los intereses de sus miembros, pero no al interés general ni del partido. Son una alternativa para proporcionar beneficios materiales a quienes los apoyan: empleos públicos, servicios sociales y otros satisfactores a cambio de sus votos. Las clientelas de los caciques políticos casi siempre son inmigrantes pobres o grupos marginados. La influencia del jefe se ejerce en forma de patrocinio a través de la selección de candidatos, de la agenda política y del control del proceso electoral sobre todo a nivel municipal.
También la maquinaria política favorece el establecimiento de relaciones oficiosas entre el poder constituido y los empresarios que aceptan financiar la acción del partido a cambio de privilegios especiales para sus negocios lícitos o ilícitos, así como de contratos. De este modo, las maquinarias políticas desarrollan prácticas clientelistas e ilegales como la compra de votos para controlar el proceso electoral.
El nombre se aplica en general a la política local en donde el control se encuentra en un pequeño grupo que se perpetua en la organización local de los partidos por medio de una estricta organización que premia a quienes trabajan para ella y observan sus reglas disciplinadamente.
Las primeras formas de maquinaria política surgieron a fines del siglo XVIII en Nueva York e incluían a grupos urbanos a los cuales los políticos solicitaban votos y a cambio entregaban favores. El término fue importado de Inglaterra en donde era utilizado por los opositores de Joseph Chamberlain para describir sus prácticas en Birmingham a finales del siglo XIX.
Para algunos, las maquinarias políticas han sido características del paso de la sociedad tradicional a la moderna, cuando las ligas de los terratenientes y los campesinos son reemplazadas por nuevas relaciones que se establecen entre los líderes y los votantes; representan una transición hacia la política democrática que termina con el arribo de fuerzas modernizadoras como los grupos de interés organizados, la reforma al servicio civil y el estado de bienestar. Para otros, fueron una respuesta a la desigualdad, ayudaron a asimilar a los nuevos inmigrantes, mejoraron su situación social y proveyeron un canal para que éstos pudieran expresar su descontento y buscar remedios para sus problemas sin la demora y el papeleo burocráticos. Hoy en Estados Unidos las maquinarias políticas se han reducido en número y efectividad, en otros países como México aun persisten en la forma de clientelismo aunque debilitadas por las reformas neoliberales.
De cualquier manera, las maquinarias políticas tienen un alto costo para la economía por la corrupción en que se fundan y para la democracia por el fraude electoral que promueven. Entre las medidas que con mayor frecuencia se sugieren para combatir a las maquinarias políticas están: elevar la participación y la cultura cívica, establecer elecciones primarias en los partidos, crear sistemas de empleo público basados en el mérito, realizar programas de bienestar que eliminen el uso partidista de los puestos y de los servicios sociales, luchar contra la corrupción gubernamental, de contratistas y de concesionarios y, desde luego, desaparecer las condiciones de desigualdad y pobreza que permiten la compra venta de votos.
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