Es el sistema de creencias políticas que orientan la actuación de las personas en el ámbito político. Estas creencias son "creídas" y consisten en ideas dadas por ciertas, que se dan por descontadas, y por lo tanto, ampliamente exoneradas de inspección y revisión. Las creencias son ideas enraizadas en la mentalidad política de la gente y su función consiste en economizar el pensar.
La mentalidad individual tiene cinco componentes que corresponden a distintos modos de percibir la realidad y/o de actuar sobre ella, y se entrelazan y superponen unos con otros: lo racional, lo emotivo, lo imaginario, lo inconsciente y la conducta (lo que se hace y dice). Definida la mentalidad como la manera de pensar, de sentir, de imaginar y de actuar, permite aproximarse analíticamente a una realidad subjetiva que se presenta en la realidad y que constituye en suma un sistema mental.
De acuerdo con Sartori, la mentalidad política, como sistema de creencias tienen dos dimensiones: una cognitiva y otra emotiva. En la primera dimensión, los sistemas de creencias se caracterizan por una mentalidad dogmática (rígida, impermeable tanto a los argumentos como a los hechos) y doctrinaria (que apela a los principios y a las argumentaciones deductivas). En la segunda dimensión, destaca un fuerte componente pasional, que les confiere un alto potencial de actividad.
Sartori también reconoce un sistema de creencias pragmáticas que se caracterizan por una cualidad opuesta. Este sistema de creencias sirve para explicar los conflictos políticos: al contraponerse dos sistemas de creencias ideológicas tienden a dar vida a conflictos mas o menos radicales, desde el momento en que esos sistemas de creencias se asocian con una mentalidad cerrada y con una fuerte carga pasional; al contraponerse dos sistemas de creencias pragmáticas tienden a dar vida a consensos y compromisos, o en todo caso a transacciones pragmáticas, desde el momento en que los sistemas de creencias se asocian con una mentalidad abierta y con una carga pasional más o menos baja.
Una mentalidad política entusiasta sigue una idea noble, generosa o benéfica. Una mentalidad política dogmática es aquella que cree en una verdad o en un sistema de verdades que una vez aceptadas ya no deben ponerse en discusión y no aceptan ser discutidas por los demás. Una mentalidad política conformista es aquella que no quiere correr el riesgo de ser perseguida por sus propias ideas, con la aceptación resignada y servil de las verdades ajenas
Rokeach distingue entre mente política abierta y cerrada "el sistema de creencias de una persona es abierto o cerrado...en la medida en que la persona puede recibir, seleccionar o actuar en base al mérito intrínseco de la información relevante", y la mente cerrada se caracteriza como un estado cognitivo en el cual la persona no distingue la información sustantiva de la fuente de información
El fanatismo es una expresión de mentalidad política que representa una obediencia ciega a una idea, servida con celo obstinado, hasta ejercer la violencia para obligar a otros a seguirla y castigar al que no está dispuesto a abrazarla
El carácter de la mentalidad política de los ciudadanos en un proceso electoral es muy importante. Si prevalece en la mentalidad política de los electores la creencia de que un proceso electoral no tiene credibilidad, como por ejemplo, que no existen condiciones de respeto al voto, entonces seguramente se observará un alto grado de abstencionismo y apatía ciudadana.
Los cambios de mentalidad son lentos, requieren tiempo de generaciones, exigen intensos y prolongados procesos educativos y no pocas veces, luchas trágicas y violentas; son procesos de larga duración.
Durante mucho tiempo, en México predominó entre la ciudadanía una mentalidad política de tipo conformista que se limitó, en el mejor de los casos, a la participación político-electoral. Está exagerada apatía contribuyó a facilitar la manipulación de las elecciones y a la prolongación en el poder del Partido Revolucionario Institucional por más de setenta años.
Según una encuesta del Centro de Estudios de Opinión Pública realizada en 1998, en la mentalidad política de los mexicanos predomina la creencia de que los principales obstáculos para el avance de la democracia son tanto la corrupción como el gobierno y los partidos políticos.
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