Es una relación en la que un sujeto determina para su beneficio, intencionada y ocultamente, la conducta de otro, quien no se da cuenta que su conducta es causada por ese sujeto, sino que la atribuye a su propia decisión tomada libremente. Es diferente a la persuasión que trata de obtener el consenso voluntario y consciente de una persona. Persuadir es convencer abiertamente, mover el pensamiento y la acción, hacer que se compartan ideas y causas. Manipular es imponer la voluntad propia a otro individuo sin que se percate de esta imposición, esconder la intención y la intervención que provoca la conducta del manipulado; por eso la manipulación ha merecido una completa condena moral, peor aun que la coerción que es brutal y abierta, pero que por lo mismo, puede resistirse aun a costa del martirio y del sacrificio.

La manipulación implica una concepción elitista, autoritaria y abusiva de quien la ejecuta, según la cual la masa no merece participar en la política, tampoco entenderla, sino sólo ha de ser conducida por los dirigentes con todos los medios que encuentre disponibles, inclusive la mentira.

Según Bobbio: "El manipulador trata al manipulado como si fuera una cosa: controla, maniobra, plasma sus creencias y conductas sin contar con el consentimiento o la voluntad consciente de este último. El manipulado, a su vez, ignora que es objeto de manipulación, cree tener una determinada conducta según una opción propia, cuando en realidad su opción es controlada desde la oscuridad por el manipulador".

Existen dos formas de ejercer la manipulación social: la manipulación informativa, que se realiza con base en las premisas de las creencias de una persona o grupo mediante la supresión, distorsión o exceso de información, de modo que, previendo su posible reacción, se le induce a sacar conclusiones equivocadas o a tomar acciones con base en la información falsa, incompleta, deformada o excesiva que se le proporciona. Este tipo de manipulación requiere de cierto grado de monopolio de los medios de comunicación, suficiente para impedir la diversidad de fuentes informativas y por consiguiente, la corrección de omisiones y distorsiones.

La manipulación psicológica opera en la estructura de motivaciones, se trata de la activación o desactivación de dinamismos psicológicos inconscientes de una persona. Se funda en que los impulsos emotivos inconscientes motivan muchas de las opciones y acciones de los seres humanos; y en que existen símbolos e imágenes capaces de atraer con fuerza esos impulsos. La manipulación consiste en asociar los símbolos e imágenes clave (los colores nacionales por ejemplo) a la decisión o acción (optar por un partido o candidato) que se pretende provocar, para que se active el impulso (amor a la patria) y produzca el efecto deseado (un voto a favor). La repetición constante de esta asociación puede llegar a constituir un reflejo condicionado en quien es sujeto de la manipulación.

Originalmente el término se empleaba para describir acciones físicas con las manos de determinadas sustancias naturales con el fin de alterar su forma (de "manus", mano y "polire", preparar). Ya Ortega y Gasset en su "Tríptico" señalaba, antes de que la palabra manipulación se usara en su sentido actual, que "el grande hombre político todo lo ve en forma de asa". Hoy desgraciadamente la manipulación se puede encontrar en todos los campos del orden social: en la cultura, la educación, la religión, las relaciones interpersonales, pero sobre todo, con la aparición de los medios masivos (especialmente la radio y la televisión), en la información, en las relaciones públicas, en la propaganda y desde luego, en la publicidad. Para Bryan Key (The Age of Manipulation) ahora los medios establecen "la realidad" y los norteamericanos son el pueblo más manipulado del mundo.

En cuanto fenómeno político, la manipulación se presenta como artificio en todos los ámbitos de la vida pública y sus posibilidades son tan diversas como las decisiones, los enfrentamientos, las luchas por el poder y los niveles de comunicación existentes. La desigualdad económica impide la igualdad política y jurídica y quita a las personas carentes de medios económicos la oportunidad de intervenir en el proceso decisorio, las decisiones se toman pasando por encima de ellos; los condicionamientos económicos del sistema educativo impiden una eficaz democratización; la actual capa social superior está representada en exceso en los centros políticos dirigentes; las técnicas conservadoras en las elecciones aseguran el triunfo a los partidos y grupos dominantes frente a las escasas tendencias liberadoras de la masa de votantes; la propaganda manipula la voluntad de los electores de un modo tan intenso que ya no se da una comprensión de sus verdaderos intereses, conforme a los cuales podrían tomar decisiones políticas racionales.

Así, la manipulación es frecuentemente utilizada por los gobiernos, los partidos, los medios de comunicación y los líderes de opinión para inducir los pensamientos, deseos y sentimientos populares hacia una determinada dirección. Se manipulan las emociones de la población como el miedo, el deseo, la angustia o la agresividad, los afectos, la frustración o la esperanza, los valores familiares, el patriotismo, la religiosidad y cualesquiera otras pasiones y emociones para incitar a la gente a adoptar la conducta deseada. Hacer amar u odiar a determinadas personas e ideas. Llevar a la gente a combatir en defensa de los intereses del manipulador.

Por eso, los radicales ven en la democracia electoral la manipulación perfecta de la masa del pueblo, una mera forma cuyo contenido está vacío por la desigualdad, el poder de la burocracia, la concentración del poder en las clases dirigentes, la propaganda y la publicidad constantes que estimulan el conservadurismo y hasta por la educación misma, entre los múltiples factores que fuerzan la adaptación del ciudadano a una ideología y moral determinadas, y a la repulsa a todo aquello que es diferente y divergente de la norma reconocida como general.

De cualquier manera, la posibilidad de manipulación existe siempre que se expresan opiniones, se manifiestan convicciones y hay el deseo de que otros las adopten como verdaderas.

Los sujetos más susceptibles de ser manipulados son los marginados y los que pertenecen a las clases socioeconómicas más bajas donde la pobreza va unida a la ignorancia, especialmente las mujeres, que son además, quienes usan los medios electrónicos como única fuente de información.

La manipulación es más factible cuando existe un monopolio o una alta concentración de la propiedad de los medios de comunicación masiva, sea pública o privada, que se traduce en el monopolio o la concentración de influencia, y capacita al pequeño grupo que detenta esta propiedad para controlar la difusión de las noticias conforme a sus propios intereses políticos o de lucro.

Durante las elecciones, no es raro que se intente manipular la voluntad de los electores. Muy a menudo, los mensajes persuasivos usan recursos que son inadmisibles, pues están dirigidos a engañar a los destinatarios, a plasmar sus opciones sin respetar su libertad, por ejemplo en los casos de distorsión, supresión o exceso de la información, de mentira propiamente dicha o del recurso de mecanismos psicológicos inconscientes; se trata de una persuasión engañosa y por lo tanto, de una forma de manipulación.

Corresponde a los partidos y candidatos denunciar los intentos de manipulación de sus competidores, a las autoridades electorales sancionarlos conforme a la ley, a los medios de comunicación libres e independientes exhibirlos ante la opinión pública y a las agrupaciones civiles crear conciencia entre los ciudadanos de que están siendo víctimas de la manipulación.