'Encargo o cometido dado en forma colectiva por el pueblo a través del sufragio a los elegidos para que cumplan determinada instrucción desde el poder. La comunidad como mandante otorga el encargo. El gobernante como mandatario debe cumplirlo. Es el poder de representación de que disponen quienes han sido elegidos mediante el sistema electoral para un cargo público; en este sentido se habla de un mandato representativo por el cual el mandatario ejerce el poder en nombre y en beneficio de los titulares de la soberanía popular, los electores que pueden revocar su mandato, reelegirlo u otorgarle un voto de confianza. La legitimidad del poder se funda en el consentimiento de los gobernados y ninguna autoridad puede ejercerse si no es por virtud y en virtud de la participación efectiva de los destinatarios del poder, este es el principio de representación.

El concepto proviene del derecho privado, conforme al cual el mandato es el contrato por el que una persona encarga a otra la realización de determinados actos materiales o jurídicos.

Hay dos clases de mandato: imperativo y libre. En el mandato imperativo, que tiene sus orígenes en los estados generales de la Francia anterior a la Revolución, el mandatario está obligado a actuar de acuerdo a la voluntad de los electores, de no ser así éstos pueden revocar el poder. En la actualidad se cree que el mandato imperativo es muy irreal e iluso, pues una vez elegido, el gobernante adquiere plena autonomía para actuar de acuerdo con su conciencia y concepción del ejercicio del poder, sin menoscabo de su deber de rendir cuenta de sus actos ante el pueblo. Por lo que toca al mandato libre, que defendió el abate Sieyés, se concede al representante libertad para actuar de acuerdo con su propia voluntad en el ejercicio de sus funciones electivas, pero atendiendo siempre al bien común y con la lealtad básica a los planteamientos que determinaron su designación; los electores no dan instrucciones concretas, pero se reservan el derecho de fiscalizar permanentemente los actos de los elegidos, en tanto que los gobernantes rinden cuenta de su actuar al pueblo ya sea en forma difusa a la opinión pública o mediante otros mecanismos de control establecidos al efecto.

De este modo, la victoria electoral es interpretada por el partido o coalición triunfante como un mandato del pueblo para gobernar conforme a los mejores intereses de la nación o para llevar a cabo determinadas políticas. Sin embargo, dado que en una campaña se manejan diversas y complejas cuestiones es difícil afirmar que el mandato sea específico respecto a cada una de las políticas, excepto que durante las elecciones La existencia de un mandato es difícil de establecer a través de los procedimientos electorales normales, excepto en términos muy generales. haya dominado una sola cuestión. También se puede interpretar el mandato en sentido negativo, es decir que el gobierno no puede adoptar políticas sin un mandato específico o no incluidas en la plataforma electoral presentada o sin que exista una necesidad urgente que las justifique.

La existencia de un mandato no es fácil de establecer a través de los procedimientos electorales normales, excepto en términos muy generales. En todo caso ¿cuántos votos constituyen un mandato para el ganador? Hoy que los electores tienden a votar más por los candidatos que por los partidos y sus plataformas es cada vez más difícil interpretar el contenido del mandato que otorga una elección, particularmente cuando el margen de la victoria ha sido reducido y los votantes han escindido sus votos entre candidatos de distintos partidos para el legislativo y el ejecutivo.

Por mandato también se conoce al período de tiempo que dura el ejercicio del poder público de la persona que desempeña el cargo