Es el conjunto de estratos sociales en que está estructurada, con frecuencia rígidamente, una sociedad. Es un término utilizado como analogía a la que usan las ciencias geológicas para designar al conjunto de capas de terreno y roca, así como la arqueología para referirse a los depósitos sucesivos en el mismo sitio que permiten identificar los tipos y períodos de asentamientos humanos.
La sociología la define como un proceso social que consiste en la distribución sistemática y desigual de la riqueza, el poder y el prestigio entre los diversos sectores de una sociedad, a los cuales se les clasifica en categorías o estratos que tienen una posición jerárquica distinta, en función de una o más características generales o específicas. El estrato refleja la posición social de una persona o grupo derivada de sus características socioeconómicas, raza, religión, profesión u ocupación, por ejemplo. Los mecanismos mediante los cuales se distribuyen la riqueza, el poder y el prestigio, dependen de la estructura de la sociedad, más que de características naturales; sin embargo, la raza o el género pueden ser factores de estratificación.
La estratificación social define la naturaleza y las bases de las relaciones de dominación y subordinación, de superioridad e inferioridad que caracterizan a los grupos sociales y la forma en que interactúan entre sí. En general, para que se mantenga el orden social debe haber cierto consenso respecto a la forma de evaluar las diferentes funciones sociales, si no lo hay significa que está ocurriendo una transformación que producirá un nuevo sistema de estratificación.
Algunas de las dimensiones más importantes sobre las cuales una sociedad produce estratos son las siguientes:
a) Económica. Puede referirse a los bienes, al ingreso o a la ocupación, cómo se han adquirido esos bienes, de dónde provienen sus ingresos, cómo los gasta. Disponer de recursos económicos tiene consecuencias sociales significativas, ya que entre otras cosas, puede marcar el acceso a una mejor educación.
b) Laboral. Las ocupaciones tienden a ser definitivas y proporcionan identidad social a las personas. Actualmente, la estructura ocupacional se ha vuelto compleja, altamente diferenciada y con valoraciones desiguales.
c). Educativa. Las ocupaciones están muy relacionadas con el nivel educativo y el acervo de conocimientos que los individuos adquieren en el curso de su vida escolar o por otros medios influye en su comportamiento. Es el determinante más importante de la conducta diferenciada entre personas del mismo nivel de ingresos o de prestigio.
La educación, la ocupación y el ingreso son ingredientes importantes del estilo de vida que se adopte, el cual se refleja en el tipo de vivienda, forma de vestir, tipo de alimentación y lenguaje utilizado, entre otros.
d). Etnica. La etnia a la que pertenece una persona también interviene en el estilo de vida o status social a pesar de ser característica biológica. Qué tanto influye, depende de la forma en que cada sociedad valore estas diferencias étnicas y raciales. Lo mismo llega a suceder con el género, cuando la mujer tiene un status marcadamente inferior.
e). Poder. Juega un papel destacado en el mantenimiento y reproducción de la estratificación. Se puede definir como la capacidad de alcanzar objetivos en los sistemas sociales y puede surgir de varias fuentes, la riqueza es una de ellas, pero también la educación, la ocupación o el prestigio.
f). Religiosa. Depende del valor que una sociedad le otorgue a las diferentes religiones existentes; tendrá mayor prestigio, por lo general, la que predomine en ella.
g). Comunitaria. La posición dentro de la comunidad, se refiere al grado en que una persona colabora y aporta trabajo o recursos para la solución de los problemas de la comunidad y para su bienestar e independientemente de la valoración que tenga respecto a otras dimensiones de estratificación.
Conforme a estas dimensiones, quien es pobre, peón, analfabeto, indígena y protestante, se encuentra en los estratos más bajos de la sociedad, sin ningún poder y en los márgenes de su comunidad. Electoralmente, lo más probable es que sea un abstencionista consuetudinario u objeto de la manipulación y el clientelismo. En contraste, los estratos más altos tienen las características opuestas.
Los estratos se han divido arbitrariamente en superior, medio e inferior con base en los parámetros que se consideren, por lo general las capas inferiores son las más numerosas y las superiores las más reducidas. En algunas sociedades industriales avanzadas la población se concentra más en el nivel medio y menos en el nivel inferior. Entre más bajo sea su estrato más negativos son los efectos del mismo sobre las capacidades de un individuo, su autoestima, esperanza de vida, posibilidades de asistencia médica, oportunidades educativas y profesionales, participación política, etc. Sin embargo, los estratos inferiores tienden a imitar la conducta de los superiores al considerar a éstos el grupo de referencia al cual desean pertenecer, lo que da cierta estabilidad al sistema de estratificación.
Las teorías democráticas modernas del siglo XVIII suponían una sociedad sin clases y un cuerpo de ciudadanos libres, iguales y autónomos económicamente, pues se creía que la democracia sólo podía existir en una sociedad igualitaria sin contrastes económicos, en donde "ningún ciudadano sea tan rico que pueda comprar a otro hombre, ni tan pobre que se vea obligado a someterse" (Rousseau). Por lo tanto, las elecciones desempeñarían eficazmente su propósito de selección de gobernantes sólo en condiciones de igualdad y libertad.
El liberalismo del siglo XIX, en consecuencia, llevó a la práctica el voto restringido que excluyó a todos aquellos que no tenían un nivel suficiente de libertad e igualdad, expresado en propiedades, rentas, educación, sexo, edad, etc. y que por su condición resultaban incapaces de emitir un voto racional en las elecciones. Otorgar el voto a la masa carente de propiedad y de educación significaba el riesgo de la tiranía de la mayoría y una legislación que reflejaría los intereses de las clases existentes.
En contraste, los movimientos socialistas consideraron el derecho al voto y a las elecciones instrumentos para agudizar las contradicciones de la sociedad burguesa y provocar su derrumbe. De ahí su lucha constante por el sufragio para las clases trabajadoras.
La universalización de voto universal no trajo los efectos esperados, pero sí la conciencia de que el elector no es un ente racional alejado de sus condiciones socioeconómicas, sino que está también sujeto a la influencia de las mismas; que la clase, el estrato, el grupo social al que pertenece el elector forman parte del conjunto de variables que inciden en su comportamiento en las urnas y desde luego, en su participación política en general; que los estratos inferiores de una sociedad se excluyen de las actividades políticas o son los más expuestos a ser movilizados mediante la manipulación, la corrupción, el clientelismo y el corporativismo.
Hoy es claro que de la estratificación social resulta un electorado complejo y heterogéneo en sus intereses y motivaciones. Esta complejidad y heterogeneidad social del electorado provoca que durante la elección los partidos y los candidatos triunfadores tengan que hacer coincidir en un mismo voto a personas distintas y hasta opuestas en muchos aspectos, salvo en su decisión de votar, en cantidad suficiente para ganar la votación. Al efecto, las campañas se esfuerzan por definir grupos blanco con base en la estratificación social y el posible comportamiento electoral asociado a la misma, del cual pueda resultar esa coincidencia en las urnas.
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