Se presenta cuando un partido que aparentemente no tiene mucha presencia política gana las elecciones, principalmente presidenciales; este triunfo se logra por diferentes razones, ya sea porque el partido ganador postuló a un candidato atractivo y popular, o porque el partido del candidato oponente se vio envuelto en un escándalo. En algunas ocasiones, el candidato pide a los electores que ignoren su afiliación partidista a la hora de ir a las urnas. Se puede decir que las lealtades al partido son retiradas, al menos temporalmente, aunque las afiliaciones al partido se conservan. En ese sentido, no existe un realineamiento de las preferencias por un partido político, porque si fuera así entonces la gente cambiaría su afiliación partidista y se trataría de una elección de realineamiento.
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