Se refieren a como debe desempeñarse el papel de ciudadano; se muestran cuando se actúa de acuerdo con la manera que se espera que un ciudadano se conduzca. Hoy el neoliberalismo tiende a concebir al ciudadano como un consumidor, es decir, hace de la gente ciudadanos privados que dan a la política su atención y tiempo únicamente cuando obtienen beneficios personales, así en la mercadotecnia electoral el homo economicus vota sistemáticamente maximizando sus intereses y desplazando de las urnas al zoon politikon.
Sin embargo, esta concepción de mercado no genera la confianza y la cooperación necesarias para la vida cívica. Por eso, además de las virtudes que cualquier ser humano debe aspirar a poseer, el ciudadano debe cultivar las virtudes cívicas, las cuales pueden sintetizarse en las siguientes: el respeto a los derechos individuales, la autonomía de las personas, la tolerancia ante opiniones y creencias diferentes, el trato justo con los demás, el aprecio a la memoria cívica y la participación activa en la vida de la comunidad. Estas virtudes son valiosas porque promueven el bien de la comunidad y de la sociedad, no porque lleven directamente al bien del individuo.
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