Es el que se emite por medios electrónicos y que puede comprender desde el registro de la decisión que hace el elector entre los candidatos en la casilla y posteriormente el recuento de los votos en un determinado órgano o empresa, hasta la posibilidad de votar desde cualquier lugar, inclusive desde el propio domicilio.
Entre sus ventajas se señalan la facilidad con que puede emitirse, el menor costo por el importante ahorro en la documentación y materiales electorales y la rapidez con que se obtienen los resultados electorales (el mismo día de la elección). Su mayor desventaja es que los resultados pueden ser alterables o manipulables por quienes controlan el sistema, ya que otros problemas como la duplicación del voto o que voten electores no calificados legalmente para hacerlo y la violación del secreto del voto, pueden irse resolviendo; pero el mayor obstáculo radica en cómo se vigila la limpieza de las elecciones si sólo un grupo de técnicos altamente especializados de un organismo público o de una empresa, queda a cargo de todo el proceso electoral, si no hay pruebas tangibles como las boletas y las actas que puedan revisarse en los casos de duda e impugnación. Se dice que una solución, por ejemplo, puede estar en que cada elector valide su voto en un sistema paralelo e independiente.
De cualquier manera, la introducción del voto electrónico transformará los procesos electorales, las prácticas de campaña y aun las modalidades del fraude electoral; pero en el futuro hará posible la consulta directa y constante a la ciudadanía, especialmente si el voto puede emitirse desde los domicilios de los electores. El voto electrónico es ya una práctica común en algunos países -Bélgica en Europa, Estados Unidos en Norteamérica, Brasil y Venezuela en América Latina, e India en Asia-, y en muchos otras naciones su implantación está en estudio.
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