Es la diferencia entre la votación obtenida por el triunfador y la alcanzada por el candidato perdedor que logró la siguiente votación más alta, expresada en número de votos o porcentajes. En la medida que los intereses de los individuos y de los grupos se diversifican, los partidos tienden a ubicarse en el centro con el propósito de hacer atractivas sus propuestas para el mayor número de ciudadanos, con lo cual la diferencia entre los mismos se hace cada vez más sutil. Esta es una de las causas de que las elecciones sean cada vez más reñidas y de que la lucha electoral se convierta en un choque de personalidades, más que de propuestas que tienden a ser cada vez más similares en muchos países.
En las elecciones presidenciales norteamericanas del 2000, la diferencia entre los dos candidatos principales fue tan pequeña en Florida (menos de mil votos de un total de seis millones) a favor de Bush, que Gore solicitó el recuento de 43 mil votos que podían darle la victoria, pero la Suprema Corte decidió detenerlo. Gore respondió a esta decisión: "aunque estoy en desacuerdo con la corte, la acepto".
En México, el márgen de la victoria fue de 6.42% en las elecciones presidenciales del 2000. Fox ganó con el 42.52% y Labastida perdió con el 36.10% de una votación en la que sólo participó el 63.97% de los electores registrados.
Cuando el margen de la victoria que se prevé es reducido crece la importancia de las campañas, ya que unos cuantos votos pueden hacer la diferencia entre el triunfo y la derrota, y estos votos pueden ser conseguidos o restados a los oponentes mediante estrategias exitosas.
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