Es la idea de que la importancia de los partidos ha disminuido por una serie de medidas tomadas en algunos países, así como el surgimiento de nuevos hechos que han erosionado su poder:
El establecimiento del servicio civil de carrera les quitó la posibilidad de usar los puestos públicos como botín partidista. La celebración de elecciones primarias abiertas les restó poder para designar a los candidatos. Las leyes contra el corporativismo y el clientelismo impidió el uso que hacían los partidos de la coacción y de los recursos públicos para ganar las elecciones. La personalización de la política ha fortalecido la importancia de los candidatos y disminuido la de los partidos en la búsqueda del voto. Los medios masivos hoy permiten a los candidatos hacer a un lado a los partidos y contactar directamente a los electores. Los grupos de interés particular negocian directamente con los candidatos sus aportaciones financieras u organizan campañas indirectas sin el consentimiento de los partidos ni de los candidatos para influir en los resultados de la elección. Los grupos de interés público asumen las demandas surgidas de las contradicciones de las clases sociales y de la diversificación de sus intereses, y hacen perder el interés de los electores en la militancia partidista. Una mayor proporción de electores no se identifica con los partidos, cambia o escinde su voto a cada nueva elección. Por su parte, los políticos, al depender electoralmente menos de sus partidos no observan una estricta disciplina de partido.
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