Es un sentimiento de atracción, lealtad o apego a un partido político que experimenta un elector, no sólo por ser miembro formal y cumplir con las obligaciones correspondientes, sino simplemente como un vinculo sentimental, aun cuando nunca se haya tenido contacto directo ni participado en las actividades de ese partido. Esta lealtad tiende a autoreforzarse porque quienes tienen una identificación partidista enfocan con una visión partidaria todos los eventos políticos.

Los individuos se pueden identificar con un partido aun cuando ellos ignoren los detalles de sus principios y de las políticas que apoyan. Por eso, algunas estrategias de campaña se dirigen a mostrar a los seguidores de un partido que éste no es el que ellos creen que es.

En la investigación empírica, la identificación de partido se observa en las respuestas a preguntas como: ¿te ves a ti mismo como priísta, panista, perredista, independiente, o qué? Tales cuestiones buscan la existencia de actitudes que pueden o no igualar el comportamiento electoral real. Por ejemplo, un elector puede identificarse con un partido determinado, pero deja de permanecer leal a ese partido cuando siente una fuerte preferencia por la personalidad, estilo o competencia de un candidato de otro partido. Todo esto ha hecho que la investigación empírica se enfoque sobre la incidencia y la intensidad de la identificación, su asociación con el comportamiento del elector, las implicaciones de las variaciones en su incidencia e intensidad a lo largo del tiempo o entre diferentes sistemas, y de sus fuentes psicológicas y sociales.

El modelo de la identificación partidista supone que la misma se va adquiriendo a temprana edad por medio de un proceso de socialización política que toma lugar dentro de la familia y se prolonga a través de las generaciones, por lo que es un factor de estabilidad del sistema político durante largos periodos. Inclusive, en algunas personas, la identificación de partido se conserva constante a lo largo de su vida, a pesar de que periódica u ocasionalmente voten por un candidato opositor.

Para el modelo de la decisión racional, la identificación de partido es un medio por el cual los electores se predisponen ellos mismos a elegir a un partido cuya ideología general concuerda con su propia visión de los problemas; de este modo, se evitan procesos costosos de reunir información específica acerca de la oferta política y del desempeño que ha tenido un partido al frente del gobierno.

La importancia de la identificación de partido radica en que influye la manera como vota la gente e indirectamente, la forma como percibe a los candidatos (más favorablemente a los postulados por su partido). Constituye una especie de guía o atajo para decidir el voto que utilizan los electores que carecen de mayor información acerca de personalidades y propuestas, votantes que pueden comprender una parte muy importante del electorado. Además, la gente identificada con algún partido es más probable que vote y viceversa. Por eso se le ha considerado como el principal indicador de cómo la gente votará en una elección.

Con base en los resultados de sus encuestas realizadas en México, María de las Heras (Uso y Abuso de las Encuestas) llama "electores inerciales" a los comprometidos a fondo con un partido o sea quienes tienen una fuerte identificación partidista. Según ella, esta predisposición inercial obedece a dos factores: uno funcional que se refiere a los beneficios directos que se reciben del partido y otro social relativo a los vínculos que dan idea del grupo cuyos intereses representa ese partido. En contraste, los "electores potenciales", que carecen de identificación partidista, reaccionan a cuestiones circunstanciales: candidatos, oferta, propaganda, etc.

En E.U.A. la mayoría de los electores se siente ellos mismos demócratas o republicanos, No obstante, desde 1970, la gente ha comenzado a identificarse menos con los partidos. Hoy en día ha crecido el sector de la población que se identifica a sí mismo como independiente.

En México, dada la existencia previa de un partido hegemónico que pretendía incluir a todo ciudadano, la novedad de la competencia electoral que impide hallar patrones de comportamiento electoral definidos y el uso intenso de los medios de comunicación masiva en las campañas que hace que la gente "conozca" más a los candidatos, parece no existir una fuerte identificación de partido en grandes sectores de la población: ni en los políticos que como candidatos pasan de un partido a otro, ni en los ciudadanos que en cada elección cambian su voto atraídos por las personalidades que compiten, o como una manera de rechazar al partido en el poder y la política gubernamental, o en búsqueda de nuevas opciones para resolver los problemas que los agobian.