Es la unión de personas, grupos o partidos con ideas diversas que se asocian para un fin político concreto, de cuya realización se beneficiarán mutuamente. La alianza entre partidos puede tener como propósito integrar una gran fuerza para competir en bloque en una elección, en un plebiscito o en un referéndum, oponerse a una legislación, etc. Estas alianzas entre partidos se caracterizan porque tienen propósitos limitados, en tanto que las coaliciones de partidos constituyen uniones para propósitos mucho más amplios, como la formación de un gobierno, por ejemplo.
Las alianzas electorales tienen como propósito aumentar las posibilidades de triunfo de los partidos involucrados, no tanto porque la alianza pudiera atraer más votos, sino porque la suma de los votos que recibiría cada partido aisladamente haría mucho más probable la victoria. Este tipo de alianzas pueden adoptar diferentes tiempos (únicas o continuas) y ámbitos (nacionales o regionales, estatales, municipales, o distritales y en todas las candidaturas o sólo una parte de ellas).
La condición para formalizar una alianza es la comunión de intereses y la posibilidad de sacar ventajas, como vencer a un enemigo que de otro modo sería invencible. Estos intereses pueden ser idénticos o susceptibles de transformarse para permitir una convergencia en la acción. Las alianzas surgen contra alguien o contra algo, y son consecuencia de conflictos tan importantes contra adversarios comunes que incluso pueden posponer temporalmente los conflictos existentes entre los aliados y hacerlos aceptar las limitaciones que implica participar en una alianza.
Existen algunos principios para hacer alianzas: el principio de medida, que señala que el número de aliados debe ser el mínimo suficiente para que el botín de la victoria sea mayor al repartirse entre menos; el principio estratégico, que postula que los participantes en las últimas negociaciones en las que se manifiesta más de una coalición vencedora deben elegir a una sola coalición; y el principio de desequilibrio, que indica que hay inestabilidad en las alianzas porque los participantes mayores tienden a recompensar cada vez más a los menores que juzgan esenciales en la coalición mínima ganadora, lo cual conduce a la declinación de los participantes principales en la alianza.
Una vez formadas, las alianzas dependen de la cohesión e integración de sus miembros. Entre los más importantes factores de cohesión se encuentra el factor ideológico, el cual cumple con dos funciones: en lo externo, la ideología de la alianza tiene que desmoralizar al adversario, y en lo interno, la ideología refuerza las relaciones entre los aliados porque crea la convicción de la utilidad de la unión y ayuda a superar divergencias. Sin embargo, las alianzas pueden ver afectadas su agilidad y eficacia por la necesidad de consultar y de obtener la aprobación de sus miembros, por la influencia mayor de sus participantes más prominentes, lo que no favorece su cohesión, y por la inestabilidad interna de los aliados. Es por eso que los adversarios de una alianza tratan de erosionar su cohesión mediante el ofrecimiento secreto de ventajas a algunos de sus miembros.
La causa más frecuente del rompimiento de las alianzas antes de haber cumplido su cometido es la percepción de uno o más de sus miembros de que asumen demasiados compromisos y soportan grandes limitaciones en comparación con lo que ambicionan obtener.
En México, la forma en que se manejan las alianzas electorales es criticada porque estimula que los partidos pequeños constituyan prósperos negocios (como el PVEM), que se engañe a los electores (60% de los cuales en el año 2000 votaron por una coalición) y que partidos y candidatos se comporten con el más descarado pragmatismo sin más interés que compartir, obtener o mantenerse en el poder.
La crítica se basa en que las alianzas se han dado entre partidos con ideologías completamente opuestas que sólo tienen de común un enemigo, cuya derrota los hace dejar atrás sus programas, convicciones, ideario y propósitos declarados y caer en el pragmatismo descarnado. Son alianzas temporales sólo para la conquista del poder y después se olvidan del programa que dio origen a la alianza. Por otra parte, dado el escaso margen con que se gana, los partidos pequeños cambian por curules y financiamiento público sus escasos votos a los grandes y así aseguran la permanencia de su registro como partidos, maximizan sus posiciones políticas e incrementan sus ganancias económicas.
Estas alianzas, que desdibujan la identidad partidaria, facilitan el "transfuguismo político", es decir, que los políticos de un partido pasen a otro como candidatos, sin importar la ideología y el programa, ni de los candidatos ni de los partidos que los reciben; lo que cuenta son los votos que supuestamente puedan aportar para el triunfo.
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