La actitud es un concepto utilizado en la psicología social que hace referencia a un conjunto de creencias y sentimientos más o menos duraderos, que posee una persona y que la predisponen positiva, indiferente o negativamente hacia otro individuo, situación, u objeto, que se manifiesta en un determinado comportamiento. Las actitudes políticas se refieren a la adhesión, repulsa o indiferencia ante el fenómeno político, la intensidad, grado o escala en que se manifiestan estas disposiciones y la manera como condicionan la conducta y las reacciones políticas, por ejemplo una actitud antidemocrática.
Las actitudes políticas se distinguen de las ideologías en que éstas son menos específicas y pueden involucrar e influir el contenido de muchas actitudes. Se distinguen de las motivaciones porque son relativamente más permanentes y, aunque en sí mismas pueden motivar una conducta en una situación particular, no toda motivación puede estar asociada a una actitud.
Las actitudes se adquieren en el transcurso de la vida de una persona a través de las experiencias o por un proceso de identificación con las orientaciones de la cultura a la que se pertenece; no son directamente observables pero se pueden inferir a través de las conductas verbales y las respuestas evaluativas o reacciones que se pueden advertir en el comportamiento. Se ha encontrado que las actitudes políticas se forman en la infancia, pero se definen en la adolescencia y la juventud, aunque no son inmutables.
Pueden distinguirse en las actitudes, tres componentes:
a) Cognoscitivo, que comprende las ideas, información o percepción que se tenga acerca de la persona, situación u objeto.
b) Afectivo - emocional, que son los sentimientos de agrado o desagrado asociados a la persona, situación u objeto en particular.
c) Conductual, que es la respuesta dada ante esa persona, situación u objeto.
En principio se supone que hay congruencia entre estos tres componentes, es decir, si alguien tiene una actitud positiva hacia los políticos porque piensa que son buenos para la nación, seguramente le gustarán y los apoyará, sin embargo no hay una certeza absoluta de que una actitud se expresará como una conducta determinada ya que pueden intervenir otros factores que afecten el comportamiento. Por ejemplo, alguien puede tener una actitud negativa hacia el voto, o sea pensar que no es valioso ni respetado, pero ante las elecciones acudir a votar; o al revés, tener una actitud positiva ante el voto y nunca ejercerlo.
Ha sido preocupación de muchos investigadores conocer cómo se forman las actitudes, cómo se pueden modificar y cómo evaluarlas con el propósito de predecir el comportamiento humano.
Se ha encontrado que las actitudes de la gente se forman a partir de varias influencias:
1. El medio ambiente en el que se desenvuelven las personas, la familia, los compañeros de trabajo o de estudios, los amigos, vecinos, etc., de tal forma que un individuo se adapta al sentir prevaleciente en su núcleo de convivencia debido principalmente a la necesidad de sentirse aceptado y de pertenecer a él.
2. Los medios masivos como la prensa, la radio y la televisión a pesar de que son menos significativos, también pueden predisponer o reforzar ciertas actitudes. La televisión ha tenido un efecto poderoso sobre los sistemas políticos y las campañas electorales, desde luego esta influencia depende de que la población esté expuesta a ella. También puede suceder que los medios sufran un estricto control gubernamental o de grupos económicos que censura las emisiones que no le son favorables.
3. Grupos de presión que juegan un papel importante en la formación y propagación de la opinión pública sobre cuestiones de relevancia para ellos. A menudo utilizan la información, la propaganda y las relaciones públicas para ejercer su influencia.
4. Líderes de opinión, que son personas que en determinado grupo social, se les reconoce como una guía o autoridad en ciertos asuntos. Pueden ser personajes de la política admirados, en tal caso su poder es tal que pueden convertir una problema relativamente desconocido en asunto nacional con sólo prestarle atención.
Una persona con una actitud determinada está predispuesta a percibir, reconocer, juzgar, interpretar, olvidar, recordar y pensar selectivamente de manera que sea congruente con su actitud.
Para autores como Liphart (La Cultura Cívica Revisitada) el concepto de actitudes políticas no sólo debe abarcar una orientación psicológica individual hacia las entidades políticas, sino las relaciones sociales e interpersonales en general; en otras palabras, las actitudes políticas, que dan forma a la cultura política de una comunidad, pueden ser un reflejo del sistema político más que una determinante del mismo.
¿Cómo cambian las actitudes y en qué medida determinan el comportamiento?
La investigación del cambio de actitudes se confunde con los estudios acerca de la influencia, entre otros: el papel de la información nueva y de la credibilidad de la fuente de esa información, la función del conformismo o sea, la tendencia a estar de acuerdo con la mayoría, o en otras circunstancias, la posibilidad de que una minoría, si se muestra suficientemente coherente, pueda modificar las actitudes de otros; o también, la tendencia a mostrar las actitudes de acuerdo con la conducta para mantener cierta coherencia, lo cual es otro mecanismo de la modificación de las mismas.
Por lo que toca a la relación actitudes-comportamiento, en una primera aproximación, parece ser que las actitudes determinan la conducta; sin embargo, éstas no son sus únicas determinantes: hay intereses, limitaciones objetivas, la posibilidad de otras actitudes, etc. De modo que también hay ocasiones en que el comportamiento es el que determina las actitudes.
El estudio de las actitudes es muy importante para comprender los estereotipos, que son expectativas o creencias compartidas socialmente, acerca de cómo se conducirá una persona que pertenece a cierta categoría social, económica, educativa, de edad, etnia, sexo, religión, etc.; los prejuicios que son ideas preconcebidas acerca de determinado grupo de personas; y la forma de persuadir a la población a que modifique sus actitudes.
Asimismo, la investigación de las actitudes políticas como cuáles son los hábitos de votación de un distrito, cuáles son sus preferencias políticas, qué opinión tienen acerca de alguna propuesta de campaña, en qué se basan para decidir su voto, etc. ha sido de gran valor y motivo de preocupación para los partidos y los políticos porque se piensa que muy probablemente la gente que está a favor de determinado candidato votará por él o le brindará algún apoyo concreto y viceversa; sin embargo, no se debe ignorar que ciertos factores en una situación pueden predominar sobre estas preferencias.
La evaluación de las actitudes debe ser realizada por expertos en el diseño de encuestas, las cuales consisten en una serie de preguntas que se le hacen a una muestra representativa de la población (porcentaje de los ciudadanos cuyas características representa al total).
Pueden utilizarse otras técnicas como las entrevistas de panel que investigan la opinión de un grupo de personas en repetidas ocasiones, o los grupos de enfoque que son sesiones en donde se analiza con profundidad la opinión de un conjunto de personas que poseen ciertas características homogéneas como el nivel de escolaridad o la pertenencia a una comunidad, etc. También sirven para identificar a los líderes de opinión.
Averiguar cuáles son las actitudes políticas de la población es una medida útil y necesaria para la planeación de las campañas electorales y para evaluar sus estrategias y mensajes, así como para seleccionar el tipo de propaganda que servirá para persuadir y orientar a la opinión pública. Dada la brevedad de las campañas se hace imposible aspirar al cambio de actitudes, se trata entonces de aprovechar las mismas para reforzar, persuadir o disuadir a los votantes.
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