Es el conjunto de personas que son o que se intenta que sean receptores de los mensajes específicos que son enviados por los medios masivos. Es una colectividad formada como respuesta al contenido de un medio específico y definida por la atención que presta a este contenido. Así hay audiencia para un concierto, el teatro, la televisión, el cine, la radio, la prensa y hasta para una reunión pública.
Los comunicadores ajustan sus mensajes a las características y necesidades percibidas del auditorio, calculan el nivel de recepción, el grado de aceptación y la forma en que son enviados los mensajes. Su éxito en la satisfacción de estas necesidades sólo puede ser estimado mediante la retroalimentación o respuesta de la audiencia a los mensajes recibidos.
La audiencia puede ser vista como p úblico, si se le considera como un conjunto de sujetos receptores de mensajes (información, conocimientos, educación e ilustración) y de entretenimiento, o bien como mercado cuando el interés es captar su atención sin importar la calidad del estímulo, promover el consumo y vender un producto o servicio. La diferencia es simple pero profunda, en el primer caso su función es servir, en el segundo, llamar la atención para vender. La audiencia como público parece haber perdido importancia, la tendencia actual es enfocarla solamente como consumidora potencial. En el fondo, las dos tendencias convergen en la lucha por conquistar audiencias.
Originalmente, la audiencia se formaba por los oyentes de una ejecución musical, los espectadores del teatro, los juegos y en general, de toda clase de representaciones; estaba planificada y organizada de antemano y sus escenarios eran diseñados con indicaciones de jerarquía y status de los asistentes. Hoy, con el avance de la tecnología electrónica, la audiencia se ha extendido y distanciado de los medios de comunicación; asimismo, se ha vuelto menos predecible y más imprecisa.
Cuando comenzaban a aparecer los medios electrónico, se consideró a la audiencia fragmentada, pasiva e impersonal, dentro de la cual el individuo era muy vulnerable ante los poderosos estímulos de los medios de comunicación. Hoy se tiene conciencia de las consecuencias que tiene el contexto social en las relaciones de interpretación de los mensajes que se establecen entre los individuos que pertenecen a distintos grupos sociales y la comunicación que reciben.
Desde la perspectiva de la comunicación masiva, la audiencia es el número de personas, familias o habitantes de una vivienda que se exponen a un medio. La sola exposición no indica si las personas ven, oyen, leen el contenido del medio. Las audiencias están compuestas por un complejo de individuos diferenciados por el género, la edad, la clase social, la profesión, la educación y la cultura.
La investigación de las audiencias puede ser cuantitativa y cualitativa. Se trata de determinar el número de lectores de un diario o de oyentes de una estación de radio, por ejemplo, según sus características. Los ratings son estimaciones acerca del tamaño de las audiencias que generalmente se realizan por medio de una investigación telefónica.
En la ciencia política, el término audiencia se utiliza en los estudios de comunicación política, que han desarrollado diversos métodos para identificar y medir la audiencia de determinados mensajes en particular o que son transmitidos mediante algunos medios específicos. Pero han incursionado menos en el grado de atención que prestan los miembros de una audiencia o en las relaciones entre el contenido de un mensaje y la conducta de la audiencia.
Durante las elecciones y de acuerdo con sus estrategias de campaña, los candidatos se esfuerzan por identificar y captar las audiencias más susceptibles a recibir y responder a sus mensajes. Se trata de clasificar a las audiencias en: 1. Aquellos que están inicialmente predispuestos a reaccionar conforme a los deseos de los campañistas. 2. Los que son neutrales o indiferentes y 3. Aquellos que están en oposición y hasta son hostiles. Obviamente los más vulnerables a la propaganda son los primeros; los segundos tienen que ser reforzados por otros medios como incentivos económicos, actos de coacción o presiones sociales, que no pueden ser manejados por las campañas o están prohibidos por las leyes, y que si son excesivos pueden resultar contraproducentes.
De cualquier manera, llegar a los electores predispuestos es una tarea difícil, porque dentro de toda la gama de gente que conforma a la población, la audiencia es la que tiene acceso a una comunicación concreta (una estación de radio o televisión por ejemplo), y dentro de ésta se debe identificar quiénes son los que en realidad reciben los mensajes que se transmiten o sea los lectores habituales de periódicos, los telespectadores y radioescuchas habituales, etc.; de entre ellos, seleccionar a los que realmente registran la información y dentro de éstos, a los que interiorizan el contenido de las comunicaciones. Estos últimos son la audiencia que más interesa en las campañas porque constituyen el grupo blanco de sus mensajes.
Como generalmente los blancos de las campañas están distribuidos entre la audiencia de diferentes medios de comunicación, los candidatos utilizan también diversos medios (radio, diarios, revistas y televisión), para asegurarse de que sus mensajes llegarán al destinatario previsto.
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