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PARTICIPACION, BARRERAS ESTRUCTURALES A LA

Son los obstáculos que se construyen en el proceso político que hacen la participación política más difícil. Las barreras estructurales para la participación incluyen; requisitos complejos y documentación excesiva para obtener el registro como elector, cerrar el registro con demasiada anticipación a la fecha de la jornada electoral para que los que no estén atentos ya no puedan votar, celebrar elecciones en días hábiles de la semana cuando muchas personas tienen que trabajar, o requerir el pago inmediato de una contribución de entrada a una prueba de alfabetización antes de permitir que las personas voten.
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Algunas de estas barreras fueron diseñadas y usadas intencionalmente para desalentar la participación de grupos particulares de personas; otras parecen menos intencionales, pero a pesar de eso, tienen el mismo efecto.

En Estados Unidos, una prueba de alfabetización fue parte de los esfuerzos sistemáticos de los sureños para evitar que los negros votaran. La mayoría de estas barreras ya fueron suprimidas. El requisito de registro para la votación y la realización de elecciones en días hábiles de la semana no se consideraron parte del esfuerzo sistemático por discriminar a un grupo en particular. En la práctica, el requisito del registro puede tener un efecto especial en los electores menos educados y menos comprometidos políticamente porque no son capaces de pensar en elecciones hasta que ya es demasiado tarde para registrarse. El tener elecciones durante la semana, hace más difícil la votación a personas con horarios de nueve a cinco de la tarde porque ellos tienen que hacerlo durante un descanso, antes o después del trabajo, dentro del horario limitado para recibir su voto.
La participación política puede tomar varias formas: individual, en grupos pequeños o en masa y ser el producto de un interés personal egoísta o del sacrificio por una causa; puede ser eventual o permanente, espontánea o bien organizada, de colaboración o de confrontación, legal o ilegal, pacífica o violenta. La participación puede ser instrumental hacia el logro de objetivos concretos (ganar una elección, rechazar una política, obtener beneficios personales), expresiva, para dar paso libre a los sentimientos, o tener ambos propósitos.

La participación política se basa en la creencia de que el gobierno puede resolver algunos de los problemas individuales o sociales y en que la participación es eficaz para influir en las políticas o en su operación, mantener o cambiar las decisiones, o bien defender el orden establecido o alterarlo. Racionalmente, la percepción que se tenga del gobierno y de las autoridades influye en el grado de la participación política, es mayor, por ejemplo:

a) Si se piensa que el gobierno puede solucionar los problemas, especialmente porque se le vea como el causante de los mismos.
b) Si se considera que las autoridades estarán dispuestas a responder positivamente.
Si se percibe que los beneficios que representa son mayores que los costos o si se cree que se recibirá ayuda o apoyo de otros, o más bien se espera que otros tomen la iniciativa.

Si no se da ninguna de estas condiciones, lo más probable es que las personas solucionen algún problema social cambiándose de vecindario o de trabajo o emigrando a otro lugar, en vez de buscar la vía política para resolverlo. Se elimina así, la posibilidad de la participación.

Emotivamente, la participación política puede darse a pesar de que se enfrente a gobiernos dictatoriales o autoritarios, como la lucha por la democracia y los derechos humanos, contra las políticas antipopulares, los privilegios de una oligarquía explotadora, la desigualdad, la injusticia y la corrupción.

Los ciudadanos que más participan en la política mediante los cauces institucionales (partidos, campañas, voto, manifestaciones, marchas, huelgas, paros, protestas, etc.) propenden menos a cometer comportamientos ilegales, o violentos y armados; de modo que entre más amplios son los canales institucionales para la participación política, la gente recurre menos a acciones fuera de la ley y desde luego a la violencia.

a. Niveles de participación

No todas las personas que participan en la política lo hacen de la misma manera y con igual intensidad. La participación lo mismo puede ser completamente racional, abierta, partidista, sistemática y comprometida, que sólo ser fruto de las circunstancias y emociones del momento. Además, toda participación tiene costos para la gente; en el mejor de los casos, le representa inversión de tiempo, dinero u otros recursos, en el peor, puede significar el riesgo de perder el empleo, la libertad y hasta la vida.

En general, pueden distinguirse cuatro niveles de participación política:

1) Apáticos. No participan,
2) De espectador o de presencia. Es la forma menos intensa y más marginal. Se refiere a la sola presencia de un sujeto en reuniones o la exposición a mensajes políticos, a afiliarse a un partido, votar e intentar influir en otros. En este nivel no se hace ninguna aportación, se es receptivo.
3) De Transición. Se trata de personas que desarrollan una serie de actividades dentro o fuera de una organización política orientadas a ejercer influencia o a hacer proselitismo, como contactar funcionarios, contribuir con dinero a las campañas, participar en mítines, marchas, etc.
4) De contendiente. Se refiere a la participación activa en pro o en contra, como ser voluntario en una campaña, organizar y dirigir acciones de partido o de grupo, colectar fondos para causas políticas, ser candidato u ocupar un cargo público o de partido.

Los niveles de participación política de los individuos, grupos y sociedades no son siempre los mismos, varían conforme al tipo y lugar, tiempo y circunstancias. Por ejemplo, la participación en las elecciones sufre variaciones de acuerdo con el puesto, los candidatos, el grado de competencia, el tiempo en que se realizan, etc.

b. Factores que determinan la participación

Los niveles educativo, socioeconómico y cultural de la gente son determinantes de la participación política. A mayor nivel de educación, ingreso y status social de la gente, mayor participación política. Por eso, la población de sexo masculino, de mayor educación, de ingresos y status social superior, de zonas urbanas y de edad media (ni los muy jóvenes ni los adultos de edad avanzada) es la que más acude a las urnas, la que se afilia más a las agrupaciones, la que tiene mayor influencia política y la que de un modo u otro interviene más activamente en los procesos políticos.

En contraste, la gente más pobre, la que tiene una educación limitada y menor status socioeconómico es menos probable que sea políticamente activa, ya que siente que no tiene poder para hacerse escuchar y por lo tanto, será muy poco lo que puede conseguir. Cuando participa es probable que lo haga por medios no convencionales, como en los casos extremos de los motines urbanos, de modo que la participación sin poder es característica de los pobres y de la clase trabajadora.

La personalidad también se reconoce como un factor importante de la participación, aunque no existen evidencias serias. Los apáticos parecen ser menos decididos, más retraídos, agresivos, paranoicos, cerrados y poco sociables. Además, tienden al pesimismo, la decepción y hacia la alienación política. De modo que cuando participan lo hacen apolíticamente.

Las instituciones y tradiciones políticas estimulan o desalientan la participación. Una cultura política democrática fomenta la participación, en tanto que la autoritaria la desalienta. Factores tales como el predominio de valores acerca el deber cívico o la lealtad a los grupos a los que se pertenece o se desea pertenecer, alientan la participación. De modo que quienes provienen de familias donde la política tiene un lugar preponderante tienden a una mayor participación, al igual que quienes son miembros de organizaciones vinculadas con la política, directa o indirectamente, así como quienes conviven entre gente que tienen contactos con personas o ambientes más politizados. Asimismo, la existencia de partidos fuertes y de medios masivos libres e independientes pueden estimular la participación, y aun trámites engorrosos para otorgar una credencial de elector, desalentarla.

La situación política prevaleciente también puede afectar los niveles de participación: las crisis económicas o políticas, el resultado incierto de las elecciones futuras o la inminencia de decisiones políticas importantes, despiertan la inquietud y el interés de la población por involucrarse en la política.

Como factor aislado, la afiliación partidista es el más fuerte estímulo a la participación política, ya que cumple una doble función: da identidad y sentido de pertenencia por un lado, e incita y regula la participación por el otro, de modo que quienes forman parte de un partido, votan más, son más activos en las discusiones, escuchan más discursos y responden más positivamente a los puntos de vista del partido.

Estos tres conjuntos de factores (socioeconómicos, psicológicos y políticos) están interrelacionados: los individuos se encuentran insertos dentro de un ambiente social que los estimula o no a la participación, ellos responden a este estímulo conforme a sus características personales y aprovechan o no las oportunidades de participación que les ofrece el ambiente político.

c. Democracia y participación

La participación política moderna, pero limitada sólo a la burguesía propietaria y cultivada, nació con el liberalismo en el siglo XVIII, en contra del absolutismo estatal y de los privilegios de la nobleza, y como un medio de controlar la dominación del Estado. A partir de entonces, ya como participación creciente de las masas, corre paralela a la instauración de los regímenes democráticos, al desarrollo de los partidos políticos y al otorgamiento del sufragio universal. (Los regímenes autoritarios o no democráticos no propician la participación política propiamente dicha, sino la movilización manipulada de las masas).

En los sistemas democráticos, la participación política es un derecho ciudadano y es necesaria para su funcionamiento, los ciudadanos escogen a sus gobernantes, ejercen influencia sobre los funcionarios y tienen oportunidad de comunicarles sus demandas. Mediante el sufragio, la iniciativa popular, el plebiscito y el referéndum, así como por la acción en los partidos, en los grupos de interés y en las organizaciones no gubernamentales o como parte de la opinión pública, el ciudadano hace de la participación política la sustancia de la democracia. Es la forma de mantener la responsabilidad de los gobiernos. Por eso, para Rodrigo Borja: "la democracia es la conjugación del verbo participar en todos sus modos, tiempos, números y personas". Se espera que la población exprese sus demandas a través de los diferentes conductos o actos políticos y puedan así, ejercer influencia en la toma de decisiones de los gobiernos.

Según Alberich Nistal (Diccionario Crítico de las Ciencias Sociales) la participación ciudadana es un buen indicador de la "temperatura democrática" que puede medirse por los siguientes factores cuantitativos y cualitativos:

1) Mayor o menor descentralización política-administrativa, control sobre los poderes político-administrativos, separación de poderes.
2) Elecciones: nivel de abstención, diversidad y votación de partidos con presencia legislativa, proporcionalidad votos/representante.
3) Libertad de prensa: nivel de monopolio y oligopolios en los medios.
4) Democracia directa: referéndum, plebiscito, iniciativa.
5) Asociacionismo: porcentaje de la población afiliada a asociaciones; número de asociaciones a que pertenece un individuo (multiafiliación); número, diversidad y pluralidad de las asociaciones; tipo y actividades de las asociaciones predominantes.
6) Niveles de participación: contínum que va desde la simple información hasta la gestión compartida o el trabajo en común, pasando por la consulta y el debate.

Los ideales democráticos suponen que los ciudadanos estén atentos al desarrollo de la vida política, se informen sobre los acontecimientos, estén al tanto de las principales cuestiones, sean capaces de elegir entre las diversas opciones que se proponen y de comprometerse en su realización Pero la realidad es que muy pocas personas actúan de este modo y la mayoría se muestra más interesada en los asuntos privados que en los públicos, en las competencias deportivas o los espectáculos. La militancia en los partidos u otras organizaciones políticas es muy limitada, y aun el acto de votar, que es casi la única forma de participación política de la mayoría de la gente, no es practica habitual de por lo menos uno de cada tres ciudadanos a nivel mundial. Aún en naciones consideradas democracias "maduras" la participación no es grande; por ejemplo, durante las elecciones presidenciales de 1996 en Estados Unidos, existía una población de 265 millones, de los cuales 196 millones estaban en posibilidad de votar, pero sólo lo hicieron aproximadamente 96 millones y de éstos votos, 47 millones fueron para Clinton, que resultó triunfador. Esto es, fue elegido por apenas el 18% de la población norteamericana. En el año 2000 solamente votaron cien millones de electores, la mitad de quienes tenían derecho para hacerlo.
Esta apatía puede ser de dos clases: debida al total desconocimiento y desinterés por los asuntos políticos, que corre pareja con el analfabetismo y la marginación social en general, o motivada por una voluntad de autoexclusión, típica de quienes consideran a la política como corrupta y que se manifiesta como una protesta por la desilusión que sienten ante las diversas opciones políticas o porque creen que poco se puede hacer y, por lo tanto, no vale la pena invertir tiempo y esfuerzo en las actividades políticas.
Por eso, los conservadores cuestionan la capacidad popular para participar en la política y la consideran riesgosa para la estabilidad, para los derechos de las minorías y en general, fuente de ingobernabilidad. Sin embargo, la democratización requiere de aumentar la participación popular; la solución no es limitarla sino encauzarla constructivamente.

d. Participación electoral

Además de las características ya descritas acerca de la participación política, en especial se pueden identificar las siguientes tendencias de la participación en las elecciones:

1) Entre más involucrada esté una persona en la política, más votará.

2) Votan en mayor proporción los electores afiliados a un partido político que los electores libres e independientes.

3) En las elecciones presidenciales votan más electores que en las campañas locales y en las elecciones que no coinciden con las presidenciales, también se vota menos, dado que las campañas presidenciales despiertan mayor interés y despliegan más propaganda que estimula el voto.

4) Existen patrones geográficos de votación según las regiones y la dimensión de las poblaciones, por ejemplo, en proporción al padrón electoral pueden votar más en el norte del país o en las comunidades pequeñas.

5) Hay factores electorales que influyen en el monto de la votación efectiva: facilidad para el registro como elector, horario amplio de votación, accesibilidad a las casillas, celeridad de la recepción del voto, etc.

6) En las elecciones muy reñidas aumenta la votación, porque se despierta el interés del elector y los candidatos se esfuerzan por hacer una campaña intensa.

7) La calidad de los candidatos y las propuestas de los mismos, así como la calidad e intensidad de las propias campañas, pueden elevar o disminuir la votación.

8) Otros factores también pueden afectar la votación, como el clima (si llueve disminuye, por ejemplo), el día (si es feriado, etc.) y los eventos que concurren con la elección ( fútbol, fiesta, religiosa, etc.)

En México, la participación general en las elecciones presidenciales del 2000 fue del 63.97%, distribuida de la siguiente manera : 67% en los distritos urbanos; 64% en los mixtos; y 60% en los rurales.