Es la posición de crítica, desacuerdo o antagonismo con las políticas o programas del gobierno que ejercen los grupos, los partidos o los individuos que se encuentran fuera del poder gubernamental; en general, se aplica a todo grupo o conjunto de grupos que se oponen. Su propósito es asumir el poder o al menos influir en su ejercicio. Los grupos de oposición hacen resistencia sirviéndose de métodos y medios constitucionales, legales, ilegales o violentos.
El término se aplica en especial a las fuerzas contrarias al partido del gobierno reconocidas como legítimas en un sistema de gobierno y organizadas en uno o varios partidos políticos. Esta oposición organizada en partidos y representada en los órganos parlamentarios es la más evidente.
La oposición se considera un elemento básico y esencial de los regímenes democráticos, en los que la libertad de opinión y de acción debe ser plena, al grado tal que en la medida que un gobierno respecta a la oposición es democrático y en la que los persigue es autoritario. La misión de la oposición es de servir de control y de crítica a las eventuales acciones del partido en el poder que resulten nocivas al interés público. El buen desempeño de esta función es una de las causas que pueden decidir que se convierta en la mayoría y gane el gobierno en la siguiente elección. En la democracia, se espera que la oposición respete las reglas del juego político y no incurra en la calumnia ni en el ataque infundado, debe ser leal y legal.
La existencia de la oposición es condición indispensable para las democracias constitucionales, pues representa la alternativa vigente del cambio de tendencia en el gobierno, su ausencia es síntoma de autoritarismo. Sin embargo, en un sistema político autoritario la oposición opera en forma subterránea, a pesar de que está prohibida, a través de otros canales de difusión y de agregación del consenso en el interior del partido único o en la sociedad.
En los sistemas bipartidistas le corresponde al partido en el poder poner en práctica su plan de gobierno y a la oposición desempeñar las funciones de control sobre el mismo, así como ofrecer al electorado un programa alternativo al vigente. En estas circunstancias, la ciudadanía puede optar por el cambio en las elecciones siguientes si el partido en el poder no satisface sus expectativas.
En los sistemas multipartidistas no se produce esta polaridad y las fronteras entre la oposición y el gobierno se desdibujan debido a la variedad de comportamientos que pueden adoptar los partidos que forman la oposición, los cuales pueden funcionar desde como apéndices del gobierno hasta constituir una oposición frontal y por sistema. El resultado es una yuxtaposición de soluciones proyectadas desde distintas perspectivas, cada una de las cuales representa una oposición parcial al gobierno.
Los derechos y deberes de la oposición partidista varían en las distintas comunidades políticas. En algunas, se le reconoce, se le otorga el derecho a replicar las declaraciones públicas del gobierno e inclusive se le dota de fondos públicos, así como del derecho a ser consultada en la formulación de leyes y de toma de decisiones importantes. En otras, se le considera una facción y se le interpreta como una oposición al Estado y no al gobierno que se encuentra en ese momento en el poder, por lo que se le trata como si traicionara a la patria.
Kirchheimer ha propuesto tres modelos de oposición que corresponden a diferentes grados de desarrollo de la sociedad occidental:
1. La oposición parlamentaria clásica, que cuando asume el gobierno concede a sus opositores los privilegios de que disfrutaba cuando era oposición y espera que ellos correspondan comportándose con lealtad.
2. La oposición por principio, que pretende acabar con todas las instituciones políticas y sociales establecidas.
3. La oposición reducida mediante acuerdos políticos entre las élites que sólo ocasionalmente le permiten comportarse como tal, por lo que no es capaz de plantear una alternativa política diferente ni de controlar al gobierno, lo cual empobrece la vida democrática.
Según Dahl (Political Oppositions in Western Democracies) se pueden distinguir seis elementos que definen los tipos de oposición:
1. La cohesión organizativa y concentración de los opositores (que es más fuerte en el bipartidismo).
2. Su carácter competitivo (es más débil en el multipartidismo).
3. Los puntos clave de desarrollo de la competitividad entre la oposición y la mayoría establecida (en la lucha por ganar la opinión pública).
4. Su carácter distintivo e identificable.
5. Sus objetivos de largo y corto plazo (de reforma, conservación o revolución) y
6. Su estrategia. A partir de estos elementos se puede analizar y comparar la oposición partidista en diferentes países.
El mismo autor ha propuesto una clasificación de las relaciones entre los partidos de gobierno y de oposición según los siguientes atributos: 1. Ambos se combaten con dureza. 2. Se combaten pero a veces se coligan. 3. Colaboran pero a veces se combaten. 4. Colaboran por principio. Estos modelos de comportamiento pueden observarse en la actividad de los parlamentos o durante las campañas electorales.
La oposición extra parlamentaria también puede ser importante, especialmente si la parlamentaria no existe o se percibe como inefectiva. Este tipo de oposición exhibe la incapacidad del parlamento para reflejar la realidad política y social de un país.
También puede distinguirse entre una oposición antisistema o extrasistema: la primera rechaza el modelo existente de sociedad y propone su sustitución una vez que haya tomado el poder, en tanto, acepta tácticamente el papel que le asigna el régimen; la segunda, corresponde a grupos contestatarios que casi siempre poseen cierto liderazgo intelectual, que interpretan las normas del sistema y denuncian lo que creen que constituyen desviaciones.
La capacidad del conjunto de partidos de oposición se mide por medio de la Potencia Opositora, que es el resultado de dividir el total de los votos obtenidos por los partidos de oposición entre el total de los votos del partido triunfador. Si el partido victorioso ganó la mayoría absoluta, la PO será menor a 1. Si el partido ganador obtuvo mayoría relativa, por lo que conquistó menos votos que la suma de los votos de los partidos de oposición, la PO será mayor de 1. En México, de acuerdo con los resultados de las elecciones federales del 2000, la PO fue de 1.55 para diputados y de 1.51 para senadores.
Internamente puede existir oposición dentro de los partidos y agrupaciones políticas compuesta por las personas y grupos que pronuncian en contra de algunas cuestiones de principios o de sus organismos dirigentes.
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