6 de julio de 1988: El fraude ordenado por Miguel de la Madrid. Cuautémoc Cárdenas (2004)
...1988 está muy atrás en el tiempo. Como actor y observador de acontecimientos importantes en la vida del país de esa fecha para acá, quisiera compartir algunos recuerdos y reflexiones que en estos días me ha provocado la lectura del editorial de un diario estadunidense comentando sobre lo que expresa Miguel de la Madrid en un libro de reciente aparición.
¿Cómo se llegó al fraude electoral de 1988? ¿Qué sucedió para llegar a ese hecho?
El gobierno de Miguel de la Madrid había puesto en marcha, y así se reconoció públicamente, una política de destrucción consciente y sistemática de todo lo que tuviera que ver con los logros positivos de la Revolución Mexicana, sin ofrecer alternativas que tuvieran por base otras ideologías y otras políticas para la solución de los grandes problemas del país y de la gente....
Y llegó el 6 de julio.
La jornada electoral estuvo plagada de delitos, atropellos e irregularidades, como lo estuvo todo el proceso, desde la violencia que se desató el día de las elecciones en innumerables casillas hasta el día en que se calificó la elección presidencial en la Cámara de Diputados, pasando en ese lapso por los comités distritales, donde se concentraron los paquetes de votos, los centros de cómputo oficiales y los colegios electorales.
Los resultados oficiales de la elección empezaron a recibirse en el centro de cómputo de la Comisión Federal Electoral -la autoridad electoral de entonces- por la tarde del día de las votaciones y a transmitirse a la sesión que ésta celebraba, presidida por el secretario de Gobernación, en la que estaban los representantes de todos los partidos. Los números que llegaban de la elección presidencial no estaban resultando favorables al PRI sino al FDN.
En un momento dado, la autoridad empezó a dar a conocer los datos supuestamente oficiales del distrito con cabecera en Tula, Hidalgo, y el representante del PARM, uno de los partidos del frente, exhibió el acta del escrutinio correspondiente a la elección en ese distrito, firmada por los representantes de todos los partidos, incluyendo al PRI, que eran radicalmente distintos a los reportados por la comisión electoral. En ese momento se cayó y se calló el sistema -esto es, el sistema oficial de cómputo electoral-. Ese fue el momento en el que llegó la instrucción del presidente de no dar más información a la opinión pública sobre cómo estaban moviéndose las cifras electorales. "Cuando eso ocurrió -asienta De la Madrid en su libro- se dejó de dar dicha información, pues los funcionarios de los comités distritales se dedicaron de lleno a analizar y computar las casillas que les correspondían, a fin de llegar al resultado oficial". Fueron los días, debe decirse, no para analizar y computar, sino para manipular las cifras electorales y ponerlas a tono con el fraude.
La caída y el silencio del sistema de cómputo electoral se prolongaron por varios días.
Sin embargo, se empezaron a conocer cifras de la elección. Los representantes de los partidos del FDN en casillas y en los comités distritales empezaron a enviar datos a los centros de cómputo de los partidos y a rescatar actas en las que se consignaban los resultados reconocidos de la elección. Con esas informaciones se pudo saber cómo iban fluyendo los conteos de votos.
El número total de votos oficialmente reconocido para todos los candidatos presidenciales fue de 19 millones 143 mil 12. Una visión retrospectiva de cómo se fueron conociendo los datos de la elección se da a continuación:
El 7 de julio, día siguiente al de la elección, el FDN tenía datos que sumaban 2 millones 724 mil 7 votos, que se distribuían 26.61 por ciento para el PAN, 26.76 por ciento para el PRI y 40.16 por ciento para el FDN.
El 9, dos días después, con 6 millones 709 mil 351 votos, correspondientes a 35 por ciento del total, los porcentajes eran 25.19 para el PAN, 32.69 para el PRI y 38.8 para el frente.
El 12 de julio, que fue el último día que se recibió información que se podía considerar medianamente confiable, pues había cada vez más evidencias de un fraude masivo y generalizado, se tenían computados 10 millones 355 mil 293 votos -54.09 por ciento del total-, de los cuales 21.38 por ciento era para el PAN, 35.76 para el PRI y 39.4 para el FDN, correspondientes a 30 mil casillas -54.5 por ciento del total de las instaladas en el país.
En cualquier elección conducida con rectitud, en cualquier país, al conocerse las cuentas de 54.5 por ciento de las casillas se puede considerar que se han establecido ya tendencias que prácticamente no variarán al llegarse a los resultados finales.
Aquí entran de nuevo las confesiones de Miguel de la Madrid, quien escribe que habiéndose hecho los cómputos en 30 mil casillas se dejó "pendiente el desglose de la información de otras 25 mil, de las que sólo se dieron resultados agregados por distrito".
Los datos de esas 25 mil restantes nunca fueron dados a conocer y nunca podrán conocerse, pues los paquetes con los votos de esa elección, que habían sido depositados en la Cámara de Diputados, según lo disponía la ley, se incineraron por acuerdo de las diputaciones del PRI y del PAN.
¿Qué se puede decir de los votos de esas 25 mil casillas, cuyos resultados fueron ocultados o que nunca fueron contados?
A esas casillas correspondieron, de acuerdo a los resultados que, como dice De la Madrid, se dieron agregados por distritos, 8 millones 787 mil 719 votos, 45.91 por ciento del total oficial, que se distribuyeron como sigue: 21.36 por ciento (contra 21.38 en las casillas cuyos votos se desglosaron partido por partido y candidato por candidato) para el PAN, 67.57 (contra 35.76) para el PRI y 11.98 (contra 39.4) para el FDN.
..La elección de 1988, a pesar del fraude, provocó, sobre todo con las intensas movilizaciones populares, una amplia y firme toma de conciencia entre la población respecto a que la participación ciudadana en la vida pública y el voto hacían posible el cambio. Este primer impulso ha llevado, hasta ahora, a la alternancia y al fin del régimen de partido de Estado. Se requiere de nuevos esfuerzos para llegar a un sistema político y a una convivencia social que puedan calificarse de cabales, de integralmente democráticos.
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