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EL DIOS DE BUSH

Dicen que George W. Bush experimentó una conversión religiosa comparable a la de San Pablo. A los 40 años abandonó el alcohol y abrazó a Jesucristo, gracias a un reverendo. Como presidente de EEUU habla como si fuera el brazo ejecutor de un plan divino. Está rodeado de unos colaboradores profundamente religiosos

CARLOS FRESNEDA / Nueva York

«He escuchado la llamada. Creo que Dios quiere que me presente a las elecciones presidenciales» (George W. Bush al telepredicador James Robison, 1998).


Así que Dios, con la mediación del Tribunal Supremo, puso a George W. Bush en la Casa Blanca. Y el presidente se sintió tocado por la luz divina. Y todas las noches da gracias al Altísimo en sus plegarias, y le pide «guía, sabiduría y fuerza» para la segunda gran batalla de su vida.

Su primera guerra, la que libró en 1986, se saldó con la victoria de Bush sobre el alcoholismo. Nunca antes había sentido la presencia de Dios como en aquella lucha desigual contra el genio de la botella. Le redimió de sus pecados el reverendo Billy Graham; dicen que experimentó una conversión comparable a la de San Pablo.


Con 40 años recién cumplidos, Bush dijo «adiós al Jack Daniels y dio la bienvenida a Jesucristo» (en palabras de un viejo amigo a la revista Newsweek). Se hizo miembro ilustre de la Primera Iglesia Metodista Unida, participó en un grupo de estudio de la Biblia, prometió a Dios y a Laura que no volvería a empinar el codo... y ahí sigue.



... Antes del 11-S, las veleidades religiosas de Bush formaban parte de su jocoso anecdotario. Como aquella vez que le dijo a su madre que sólo los cristianos van al cielo, y ella le contestó que había que ser menos rígido, y él insistió en que no, que sólo los cristianos, que lo dice el Nuevo Testamento. Al final, tuvieron que llamar por teléfono al reverendo Billy Graham, siempre a mano, para que dirimiera la batalla teológica.


«No juguéis a Dios», les dijo Graham. «¿Quiénes sois vosotros dos para jugar a Dios?». Bush tomó nota, y cuando en 1993 le preguntaron en televisión por el incidente, respondió: «Los gobernadores no deciden quiénes van al cielo. Dios es quien lo decide, y absténganse los políticos de querer jugar a Dios».


... EL LADO NEGATIVO

Hay un cierto «elemento fatalista» en el presidente Bush, admite David Frum, que acaba de narrar aquel año vivido peligrosamente en The Right Man. «Tú lo haces lo mejor que puedes y aceptas que todo está en manos de Dios», palabra de Frum. «Si tienes confianza en que hay un Dios que rige el mundo, tú cumples tu función y esperas que las cosas funcionen».


... «APOSTOL» DEL SUR

George Walker se va labrando, como quien dice, un nombre entre los «genuinos fundamentalistas» del sur, que le arroparon sin excesiva convicción mientras duró su mandato en Texas. Una de sus últimas pruebas de fe, 10 de junio de 2000, fue precisamente la proclamación del Día de Jesús: «Para rendir honor a su fe y a sus enseñanzas, cristianos de todas las razas y denominaciones se unen para reconocer a Cristo como ejemplo de amor, compasión, sacrificio y servicio».

9 de Marzo de 2003

el-mundo.es

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F

FACCION
FACTORES DE PODER
FEMINISMO
FILIACION POITICA
FINANCIACION DE LA POLITICA
FINANCIAMIENTO DE ELECCIONES
FISCALIZACION DE ELECCIONES
FORMACION POLITICA
FORMULA ELECTORAL
FORMULA EQUILIBRADA
FRAUDE ELECTORAL
FRENTE AMPLIO
FRENTE POPULAR
FUERZA POLITICA
FUERZAS, CORRELACION DE
FUNDAMENTALISMO
FUSION

 
  Adquiera  


FUNDAMENTALISMO

Es un movimiento religioso que enfatiza la verdad absoluta de los aspectos esenciales o fundamentales de la fe y proclama el regreso a los textos sagrados como la Biblia o el Corán, en contraposición al modernismo o al liberalismo, en tanto que éstos representan alternativas religiosas, nuevas ideas o estilos de vida y cambios tecnológicos.

Es una respuesta a la secularización, es decir, al tránsito de concepciones, valores, actitudes y conductas religiosas a racionales; a la separación en dos esferas distintas de lo religioso y sagrado de lo laico y religioso, de la iglesia y el Estado. Los fundamentalistas persiguen reconstruir el poder temporal de las organizaciones religiosas y de sus líderes; rechazan la separación de la esfera religiosa de otros ámbitos de la vida política, económica, social y cultural; creen que el criterio religioso deber el único que debe dominar toda actividad humana y que los principios de todo pensamiento y toda acción se encuentran en los textos religiosos fundamentales.



La modernidad es observada por los fundamentalistas como el camino a la destrucción o corrupción de valores y perciben a la democracia como poseída por el demonio, por haber fallado como medio para obtener sentido de identidad, de seguridad laboral y social en un mundo aparentemente azaroso y caótico.

El fundamentalismo se ha interpretado como una reafirmación del patriarcado en las sociedades que han progresado y que han logrado avanzar rápidamente hacia la igualdad; se considera como una reacción contra la urbanización y como una nostalgia del pasado.

En casi todas las religiones ha habido brotes de fundamentalismo. Siempre han existido personas o grupos que invocando la palabra de Dios tratan de imponer a los demás sus propias creencias y conformar a la sociedad de acuerdo a las mismas. Actualmente el fundamentalismo se manifiesta en la proliferación de sectas religiosas que ofrecen esperanza y fe en un mundo hostil a grupos marginados.

A finales del siglo XIX, surgió el fundamentalismo protestante como una reacción a la lectura moderna de la Biblia que no consideraba su contenido literalmente ni revelado por Dios. Se opuso a la enseñanza de las teorías evolucionistas de Darwin en las escuelas primarias. En Tennessee, Estados Unidos, un profesor fue condenado conforme a una ley estatal que prohibía este tipo de enseñanza en 1925; años después el incidente dio origen a la famosa película "Heredarás el Viento".

Durante el gobierno de Reagan, la organización fundamentalista denominada "Mayoría Moral", que mezclaba el conservadurismo religioso y político, actuó como un poderoso grupo de presión a nivel local y nacional en diversas áreas de la política gubernamental, desde el bienestar familiar y la defensa, hasta las relaciones exteriores.

El fundamentalismo islámico, que también surge en el siglo XIX, promueve la estricta observancia de las enseñanzas del Corán y de la ley islámica. Somete a la política al dogma religioso. Critica a los gobiernos por no ser capaces de salvaguardar el bienestar de la comunidad de creyentes, por no observar o corromper las leyes islámicas y por echarse en manos del poder extranjero. En Medio Oriente constituye una mezcla peligrosa de fanatismo religioso combinada con exaltación política, a partir de que el Islam trató de obligar a todos los gobiernos de la región a que se rigieran por los mandatos del Corán. Puede declarar la "guerra santa" (yidad) y como el Corán señala que quienes mueran en defensa de la fe disfrutarán de bienaventuranza eterna, los creyentes pueden llegar hasta la autoinmolación.

El fundamentalismo también se puede encontrar entre el judaísmo, budismo, hinduismo, catolicismo y otras religiones. En el catolicismo se ha expresado a través de grupos como el Opus Dei que con una tenaz resistencia se oponen al uso de los anticonceptivos, a la planificación familiar, al aborto, a la educación sexual y a otras cuestiones acerca de la mujer y de la familia.

Así, el fundamentalismo se ha extendido al ámbito político. No es una doctrina política sino un intento de aplicar como un todo y sin modificaciones los principios de una religión a todo lo humano, incluyendo lo político.

Por extensión, se aplica el término a los fanáticos de cualquier ideología política o teoría económica, por lo que en los debates electorales es frecuente la acusación a los contrarios de adoptar posiciones "fundamentalistas".