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APROXIMACIONES DIVERGENTES
A LA SUCESIÓN PRESIDENCIAL: 1976 Y 1982. STANLEY R. ROSS

Bien podríamos preguntamos ¿por qué preocuparse del proceso de la sucesión presidencial mexicana? Después de todo, el presidente saliente escoge su sucesor después de ciertas consultas apropiadas que, si bien pueden tener el efecto de un veto, no pueden determinar la selección. Desde 1930 en adelante, el candidato del partido oficial, originalmente el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y ahora el Partido Revolucionario Institucional (PRI), siempre ha ganado las elecciones presidenciales, sin importar que el candidato oposicionista haya provenido desde adentro del mismo partido o desde la izquierda o la derecha ajenas al partido. El partido oficial no sólo ha dominado las contiendas presidenciales, sino que tampoco ha perdido ninguna elección para gobernador o senador, y además ha ganado una mayoría abrumadora de los puestos restantes.

El proceso de la sucesión ha sido envuelto en misterio. Aunque es cierto que las consultas —tanto legales con los distintos sectores, como extralegales con los presidentes anteriores y los jefes de varias asociaciones profesionales y económicas— no se llevan a cabo en público, el hecho de que la selección sea en gran parte cosa del presidente actual, y que las elecciones lleven a una conclusión predeterminada, hace que el proceso de la sucesión presidencial y sus alteraciones sean de particular interés e importancia.

...Como el presidente Echeverría notó: “Cada seis años tenemos ocasión de analizar resultados, proponernos nuevos objetivos, rectificar el rumbo si es necesario, y atender las expectativas de cambio que se han gestado en la comunidad”.[4] Esta capacidad ha producido lo que algunos han llamado el “efecto del péndulo” en la historia del México posrevolucionario.

Dado que un nuevo presidente debe ser inaugurado al terminar cada sexenio no renovable, el proceso de selección del sucesor toma una importancia e interés considerable. Prohibida su reelección, el presidente en posesión del cargo tiene el poder de nombrar al sucesor. Por lo visto, nadie duda que su selección sea definitiva, salvo en caso de lo que Cosío ha caracterizado como “un error garrafal”.[5] No obstante esto, los presidentes Alemán y Echeverría encontraron que sus candidatos preferidos para la sucesión (Casas Alemán en 1952 y Cervantes del Río en 1976) no pudieron resistir las consultas requeridas por el proceso.

Este proceso, conocido como el “tapadismo”, queda envuelto en el secreto y el misterio. El esfuerzo de identificar a “el verdadero tapado” entre las varias posibilidades que presentan los precandidatos es un tema para la curiosidad del público y de intenso interés para los políticos. La atención se fija sobre los secretarios del gabinete, puesto que el “tapado” suele ser escogido de estos cuadros. Antes de 1976 cuatro de cinco candidatos presidenciales habían servido como secretarios de Gobernación. Se desenvuelve una campaña fantasmal al intentar todos los precandidatos mostrar la mejor cara ante el presidente actual, a la vez que intentan revelarle el aspecto más feo de la de sus competidores. Cada uno niega fervorosamente cualquier interés que no sea el de servir al régimen actual, llegando frecuentemente hasta criticar a los que se preocupan “prematuramente” de la sucesión.

El tapadismo tiene bastante importancia. “El verdadero tapado” se da cuenta de quién es su gente leal, merecedora del reconocimiento y el premio. Para el político es un juego de adivinanzas difícil y cargado de significado que, según logre o no apoyar al buen candidato, puede significar un avance político rápido o un olvido prácticamente total durante determinado periodo. El proceso también dificulta, como ha observado Cosío, “que los suspirantes, a partir del primer día de su entrada en el gabinete, se vayan creando paulatinamente una fuente propia de poder, de modo que el verdadero tapado resulta [casi] siempre un don nadie políticamente hablando”.[6]

...Pasando ahora a las diferencias en el proceso de sucesión en 1976 y 1982, el hecho es que la selección de López Portillo había resultado una sorpresa. Fue una selección curiosa, enigmática. Nadie sabía por qué el poco conocido López Portillo, a quien le faltaba tanto la experiencia política como el cortejo personal, era el escogido. A modo de explicación, algunos hicieron notar que LEA y don Pepe habían sido amigos de toda la vida. Echeverría mismo alguna vez señaló reservadamente que su secretario de Hacienda parecía ser el mejor calificado para resolver las dificultades económicas del país. Y había quien sospechara que el motivo de su selección era el deseo de Echeverría de continuar ejerciendo poder e influencia.

La selección de Miguel de la Madrid como el candidato presidencial —la cual fue hecha con un mes más o menos de anticipación para que pudiera representar al presidente en la reunión Norte-Sur que se llevó a cabo en Cancún— no fue una gran sorpresa, dado que su nombre había sido mencionado con frecuencia y que era considerado una de las dos o tres posibilidades más concretas entre la media docena de secretarios mencionados como precandidatos. Hasta el otoño de 1982, el proceso parecía desenvolverse en sentido diametralmente opuesto a lo que había transcurrido seis años antes. López Portillo había sido el único candidato entonces, mientras que De la Madrid se enfrentaba a seis candidatos oposicionistas que representaban toda la gama de la opinión política y cuyas candidaturas fueron habilitadas por las reformas políticas legisladas en 1978. La oposición tuvo la oportunidad de organizar, movilizar y criticar. Hubo manifestaciones sin precedente especialmente por los elementos de la izquierda. Sin embargo, nunca se puso en tela de juicio el resultado final de la elección. Pero tampoco cabe duda de que el proceso había sido amplificado y que la oposición tendría en adelante, como había tenido desde 1979, una plataforma y un foro público para exponer sus puntos de vista y criticar el régimen..

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TACOS
TAMAL, OPERACION
TAPADO
TELEDEMOCRACIA
TELEGENIA
TELEVISION
TIEMPO IGUAL
TITULAR, EFECTO DEL
TOCAR LA CARNE
TOLERANCIA
TRANSFUGUISMO POLÍTICO
TRANSICION DEMOCRATICA
TRANSPARENCIA
TRAPECISTA
TRIUNFALISMO

 
  Adquiera  


TAPADO

Se llama tapado al político que la opinión pública señala como uno de los posibles candidatos a algún cargo de elección popular porque será el escogido por alguna autoridad con suficiente poder para hacerlo; el tapado será el objeto del "dedazo". El término se popularizó cuando se comenzó a difundir en algunas caricaturas que "el tapado fuma Elegantes" (cigarrillos), en alusión a que López Mateos, futuro presidente de México y entonces Secretario de Trabajo, consumía esa marca de cigarrillos.