Home Page Image

Los partidos políticos y la representación

En el proceso político real, el diputado sé convertido en representante de sus electores o del partido político que organiza su elección. La mayor o menor subordinación del elegido a sus electores, en cualquiera de sus grados, significa una dependencia a una voluntad distinta de la propia y en definitiva un elemento de representación popular que ha venido a transformar la esencia primitiva del régimen representativo. La representación proporcional, por otra parte, contribuye a que el régimen representativo sea "un régimen de verdadera representación", pues se orienta a producir una relación de concordancia entre la voluntad del pueblo y la voluntad nacional que expresan las asambleas legislativas. Es decir, hacer efectiva la representación. Esa subordinación del representante a una voluntad extraña, se acentúa con la institucionalización de los partidos políticos, que han perdido su carácter originario de simples organizaciones electorales para convertirce, con el advenimiento del partido de masas, en organizaciones que reclaman poder para sí, y no para sus miembros. En esas condiciones se encuentra sometido a la disciplina y al programa del partido y a la resoluciones de sus órganos directivos. La figura del diputado independiente que formaba parte de una asamblea deliberativa de la nación es sustituida por la figura del representante del partido. En los hechos. El diputado sirve al grupo que hizo posible su elección, lo que implica en cierta medida, la resurrección del mandato imperativo entre partido y diputado afiliado de partido. No es el representante del pueblo no de la nación, lo es del partido y, en el mejor de los casos del sector del cuerpo electoral que lo a elegido a través del partido, su actividad se encuentra sometida a las decisiones del partido, debiendo servir al programa partidista, tanto por disciplina como por convicción, y aun por deber ético.

Esta subordinación varia según del partido de que se trate, podemos decir que entre más grande y mayor organizado es mas fuerte el sometimiento del diputado a los partidos. La renuncia anticipada a su banca o escaño, la entrega de una parte de su sueldo, y hasta el caso hemos visto de convertirce en un asalariado del partido son algunas de las técnicas que aseguran el dominio del partido sobre los parlamentarios.

El signo más evidente de la subordinación del diputado al partido sigue siendo la disciplina de votación.

La elección adquiere el sentido de una consulta la opinión y voluntad popular, un medio a través del cual el cuerpo electoral expresa su pensamiento sobre la conducción del estado.

Hoy la elección es algo mas que una técnica para la designación operando como un medio de enlace entre la opinión y voluntad de los electores y la futura acción del representante, que en este sentido, pasa a representar la voluntad popular. Y esto ha modificado el carácter de los congresos y parlamentos. Estos ya no son las asambleas deliberantes que quieren arbitrariamente por la nación sino los instrumentos de la voluntad popular. No son ni una reunión de procuradores de intereses hostiles ni de representantes de la nación, sino otra mira que el interés general. Tiene un carácter dual siendo por una parte el congreso de los intereses sociales y de los antagonismos políticos, y en ese sentido, expresión del poder de representación, del que hoy son elementos esenciales los partidos políticos, y por otra parte en cuanto tiene el ejercicio del poder de decisión, la asamblea diliberante de la nación, cuya voluntad se expresara en forma de ley, y por tanto en síntesis de la voluntad de la nación en cuanto a unidad política.

La Representación Política Rosa Luz Montoya Olivarez LEER TEXTO COMPLETO
 

r

RACISMO
RADIO    
RATINGS  
RATINGS TERMOMETRO    
RATON LOCO 
REALINEACION
REALPOLITIK    
RECIPROCIDAD, PRINCIPIO DE LA 
REELECCION 
REFERENDUM 
REPRESENTACION POLITICA 
REPRESENTACION PROPORCIONAL 
REPRESION 
RESIDENCIA 
RETEN ELECTORA 
RETORICA  
REVOCACION  
RUMOR

 
  Adquiera  


REPRESENTACIÓN POLÍTICA

La representación es un proceso por el cual una persona o grupo tienen la capacidad, formalmente establecida, para hablar y actuar en nombre de una cantidad mayor de personas o grupos, de modo que sus palabras y sus actos se consideran palabras y actos de aquellos a quienes sustituyen públicamente, los cuales se obligan a acatarlos como si fueran propios ; por ejemplo, en una legislatura los diputados representan al pueblo; en la convención de un partido, los delegados a la militancia; en un comité legislativo, algunos diputados a toda la legislatura, etc. Es decir, unos pocos llamados representantes actúan por todos y los comprometen con sus decisiones y acciones, supuestamente para servir sus intereses y cumplir su voluntad.

Estos individuos o grupos pueden estar representados de acuerdo a cualesquiera de sus características: lugar de residencia, como los ciudadanos de los distritos electorales; género, en las organizaciones femeninas de un partido; ocupación, en las organizaciones sindicales y profesionales; afiliación partidista, en los comités legislativos, etc.

El método para la designación de los representantes puede variar: elecciones directas o indirectas, nombramiento por una autoridad superior, selección con base en representantes de grupos económicos, sociales y culturales predeterminados (representación funcional); o "representación virtual" si los intereses sin representantes son escuchados y considerados, etc.

También el contenido de la representación puede variar desde los plenos poderes para actuar y decidir, hasta sólo la delegación, en la cual los representantes carecen de toda libertad para decidir qué hacer.

El término se deriva de la palabra representar: actuar en lugar de, en nombre de alguien, cuidar sus intereses; reproducir, reflejar las características de alguien o algo; evocar simbólicamente a alguien o algo, personificar, etc. En un principio, la palabra "representar" se refería más a actuar una obra, es decir, representar caracteres por medio de actores. Fue en el siglo XVI que representar vino a significar "actuar por otro", de modo que un abogado representaba a un cliente o un embajador a un monarca y también a un grupo de personas. Durante la guerra civil inglesa adquirió el significado de suplir la presencia de uno por alguien que lo sustituyera en una asamblea.

La representación política caracteriza a los gobiernos republicanos, en los cuales los gobernantes son elegidos por el pueblo y obran en su nombre desde el poder, de modo que lo vinculan con sus actos como si el mismo pueblo los realizara. Es opuesta al absolutismo y la autocracia en la medida de que en éstos no existe el control de los súbditos sino la subordinación; y es distinta de la democracia directa en la cual los individuos ejercen el poder en persona, sin ser sustituidos por representantes. Así, la representación política es un instrumento de relación y control regular que se establece entre gobernados y gobernantes.

No hay acuerdo acerca del modo más apropiado que debe adoptar esta representación ni de la forma en que los representantes deben ser seleccionados. Sin embargo, hoy la representación política parece ser la única manera en que la mayoría de los ciudadanos puede participar en el gobierno de una sociedad grande, compleja y moderna, mediante un número relativamente pequeño de personas que actúa en lugar y conforme a la voluntad de esa mayoría. De este modo, para Sánchez Ferriz, es un método o técnica que hace posible "la actuación o participación simultánea del cuerpo político."

a. Conceptos de representación

La representación política puede tener tres significados diferentes:

1) Como mandato o acción en cuestiones que conciernen a otras personas. Se originó por analogía con la representación en el derecho civil, que permite a una persona ( representante o mandatario) ocupar el lugar de otra ausente (representada o mandante) para efectos de asumir derechos o contraer obligaciones, de modo que su actos jurídicos producen efectos directa e inmediatamente para la ausente, como si esta persona los celebrara.

Así también en la teoría política, un gobernante es un representante o mandatario que actúa en nombre de los intereses del pueblo, con un grado de libertad que varía en cada caso, lo mismo puede ser un ejecutor carente de iniciativa y autonomía (mandato imperativo), lo cual ya es imposible en la política actual y fue prohibido en el pasado para romper vínculos feudales, o por el contrario, tener como su única guía para la acción el "interés" de los representados (mandato representativo o fiduciario), en cuyo caso, el problema es identificar cuáles intereses deben servirse, sobre todo cuando no existe una mayoría absoluta que pudiera orientar al respecto y los representados son heterogéneos y carecen de opiniones frente al cúmulo de asuntos públicos, salvo quizás en los grandes temas políticos en los cuales quizás sí pudiera hablarse de un mandato.

En consecuencia, la cuestión es: ¿cuáles intereses, dentro del electorado que lo eligió, de la nación en su conjunto, de los particulares o el interés general, o lo que le dicte su conciencia? La teoría francesa responde que es la nación, pues de lo que se trata con la representación política es de superar la fragmentación particularista. Pero el interés de la nación puede ser concebido de modo distinto por representantes y representados, por lo que debe existir un elemento de control sobre el comportamiento de los representantes.

2) Como semejanza, espejo o afinidad, "como un exacto retrato en miniatura del pueblo" (John Adams), como una reproducción de propiedades y peculiaridades: el representante debe cristalizar ciertos rasgos característicos del grupo, clase o profesión de que procede; esta concepción de representación trasciende cualquier selección voluntaria e incluso consciente, ya que los diversos grupos que componen la sociedad (de edad, género, clase, etnia, etc.) deben estar representados en igual proporción que la que mantienen en la realidad. Cotta define a un representante como "un fiduciario controlado que en algunas de sus características refleja las de sus electores".

Se dice que uno se siente mejor representado si el representante es alguien como uno mismo. Pero la primera cuestión que plantea este tipo de representación es cuáles características son las que deben estar representadas; los sistemas electorales proporcionales consideran sólo las políticas e ideológicas expresadas en los partidos. Respecto a las demás, los representantes (diputados, senadores, etc.), individualmente o en grupo, no comparten las otras características de la población que representan, no son una muestra del electorado, las mujeres y los indígenas, por ejemplo, generalmente se encuentran sub-representados. La profesionalización de la política impide que pudiera darse esta correspondencia, pero es innegable la importancia simbólica y psicológica que puede significar para los grupos marginados.

Además, esta representación, a pesar de su composición, puede no actuar como los electores lo desean, y al revés, puede comportarse conforme a la voluntad de los electores sin ser un microcosmos del electorado. De ahí, de nuevo, la necesidad de control.

3. Como responsabilidad. No puede haber representación si los representados carecen de alguna forma de protegerse a si mismos porque estarían a merced de sus presuntos representantes. La representación política es voluntaria, por lo que los representados son perfectamente capaces de actuar y por lo tanto, titulares de un poder de control y de un derecho de revocación. En esto radica la esencia de un régimen representativo: la institución de un poder de control de los ciudadanos sobre el funcionamiento del régimen político.

El mecanismo estructural de garantía de la representación política son las elecciones libres y competitivas, en las cuales, periódicamente, los ciudadanos eligen representantes y juzgan a priori o a posteriori, intenciones y realizaciones de gobierno. Desde esta perspectiva, Cotta define a la representación política como "un sistema institucionalizado de responsabilidad política, realizada a través de la designación electoral libre de ciertos organismos políticos fundamentales (en su mayoría los parlamentos)". De modo que el núcleo de la representación política es el proceso de elección de los gobernantes y de control de su obra a través de elecciones libres y competitivas.

Para que las elecciones sean libres y competitivas se requieren varios elementos: que se respeten los derechos políticos (libertad de asociación, propaganda, imprenta, etc.); que se dé espacio a la formación y la manifestación de la voluntad política de los ciudadanos (acceso a los medios masivos); que la ciudadanía desarrolle una cultura democrática y tolerante, en especial la clase política dirigente; que las elites políticas alternativas sean capaces de ofrecer un recambio a las que detentan el poder y asegurar así la dinámica competitiva.

La revocación, la iniciativa popular y el referéndum son instrumentos de la democracia directa. La revocación es un recurso legal de origen anglosajón que consiste en dar opción a los electores de que puedan, mediante una nueva votación, anular el mandato político otorgado electoralmente a sus representantes, antes de que se cumplan los periodos para los cuales fueron elegidos. Es un derecho de destituir a quien incurra en faltas de capacidad o de probidad, no necesariamente ilegales, en el ejercicio de las funciones encomendadas. Su propósito es asegurar y mantener la responsabilidad de los gobernantes.

La revocación requiere ser solicitada por un determinado número de ciudadanos para que proceda y consiste en una nueva elección en la cual se presenta el representante cuya destitución se pide y los otros candidatos que quieran competir. Si la vuelve a ganar el impugnado, ya no puede volver a emplearse la revocación durante el resto de su periodo.

Estos tres significados de representación política no se encuentran en forma pura en la realidad.

b. Desarrollo histórico de la representación

La idea de la representación es antigua. Tiene sus antecedentes más remotos durante el medioevo y fue un mecanismo comúnmente utilizado en algunas órdenes religiosas que la usaron para elegir a sus rectores; en el ámbito de la política, comenzó a surgir cuando los reyes solicitaban consejo de nobles, clérigos y plebeyos importantes que escogían a su discreción por la aptitud que les veían y la confianza que les merecían, a quienes también utilizaban para que comunicaran sus órdenes y demandas de impuestos a todos sus territorios y les informaran de los acontecimientos suscitados. Pero se representaban grupos de interés, no individuos, que eran llamados "estados": la iglesia, los nobles y los comuneros; asambleas de estos tres estados existieron en Francia e Inglaterra.

Durante las crisis, cuando el rey demandaba más cooperación, estos concejales aprovechaban la circunstancia para obtener derechos, establecer convenios, discutir problemas, presentar peticiones colectivas y hablar en nombre de todo el pueblo, de modo que el Rey que había sido considerado representante natural del pueblo, paulatinamente sólo se representó a sí mismo.

Así, con el paso del tiempo, los consejeros adquirieron autonomía del monarca y el derecho a convocar periódicamente a sus comunidades (que se convertirían a la postre en distritos electorales) para deliberar y establecer obligaciones de manera colectiva. La asamblea adquirió legitimidad política y poder: en nombre de su representación política estableció de hecho su gobierno. Con la instauración de los parlamentos europeos, surgió la representación política al transformarse la soberanía de los concejales soberanos en la soberanía de la asamblea.

En Inglaterra, ya en el siglo XVI privaba la idea de que los ciudadanos se encontraban presentes en el parlamento en las personas de sus representantes. Y en el siglo XVII, surgió el concepto de que el individuo era el que tenía que ser representado porque constituía la unidad fundamental de la comunidad, no los "estados" ni las corporaciones; cada representante debía expresar la voluntad del grupo que lo había elegido y todos los miembros del cuerpo de representantes, la voluntad popular.

Las revoluciones inglesa, norteamericana y francesa cristalizaron la teoría de la representación política, la cual se convirtió en el principal factor de legitimidad del ejercicio del poder e inauguró la dependencia de los elegidos respecto a los electores, en cuanto a su obligación de velar por el bienestar de esos electores y el derecho de los mismos a fiscalizar las acciones de sus representantes. Se dio origen así, al gobierno representativo, como una manera de conciliar la democracia con la imposibilidad práctica de realizar un gobierno ejercido directamente por todos los ciudadanos.

De esta forma, un gobierno es representativo cuando quienes lo ejercen son nombrados mediante una elección libre y competitiva por el pueblo para que gestionen sus asuntos y actúen en su nombre, de modo que esos actos valen como si el propio pueblo los hubiera celebrado directa e inmediatamente. De igual manera, conforme a Sartori, "un sistema político puede calificarse como sistema representativo cuando una práctica electoral honesta asegura un nivel razonable de respuesta, por parte de los gobernantes, frente a las exigencias de los gobernados."

Actualmente hay dos sistemas principales de representación política: de mayoría y de representación proporcional, así como sistemas mixtos.

c. La representación popular y los partidos

La dimensión creciente de la masa de electores y la mayor complejidad de las cuestiones políticas determinan que sean cada vez más los representados y más numerosas las materias en las que se les pretende representar. Si bien el elector puede estar representado en cuanto a lo que opina o piensa, a lo que es, o lo que quiere, hoy, dada la escala de la representación, sólo se puede aspirar a los dos últimos aspectos. La cuota de "un hombre, un voto" parece ser poca para representar los intereses multifacéticos de los ciudadanos modernos. En consecuencia, ahora los electores se ven representados a través de y por los partidos, y éstos, no los votantes, son quienes verdaderamente escogen a los candidatos, que a su vez, ya en el poder, tienden a convertirse en portavoces de sus propios partidos, más que de los electores.

Asimismo, en la medida en que los grupos de interés van asumiendo cada vez más las contraposiciones de clase y los intereses divergentes, los partidos se ven liberados de los conflictos inmediatos y se sitúan así en condiciones de independizarse con respecto a la voluntad de los electores.

Además, se tiende a establecer una simbiosis, que excluye a la mayoría de los legisladores, entre los dirigentes de los partidos y los niveles superiores de la burocracia gubernamental y de la iniciativa privada, por lo que los partidos más que representar al pueblo, tienden a "representar la carencia de poder por parte de la masa." (Cotta)

El riesgo latente es que los partidos lleguen a representarse a sí mismos en los legislativos al margen del electorado y que los parlamentos desatiendan las demandas del pueblo e impongan en forma arbitraria sus propios intereses.

d. Naturaleza de la representación: ¿Delegados o agentes?

Desde el siglo XVll Edmund Burke señaló que "la felicidad y la gloria de un representante es vivir en la más estricta unión, la más estrecha correspondencia y la más completa comunicación con sus representados". Su deseo (de los representados) debe ser el mayor peso, su opinión merecer un gran respeto y sus asuntos, toda su atención, aun sobre el interés del propio representante. Pero el representante debe a los representados no sólo su aplicación, sino su juicio, porque fue elegido para pensar y actuar dadas sus cualidades mentales, patriotismo y espíritu público, de modo que el representante está en mejor posición que sus representados para tomar decisiones y conjuntamente con sus similares debe recoger evidencias, ideas y opiniones al enfrentar los problemas públicos. Pero al votar, debe hacerlo según su criterio, aunque éste no coincida con el de sus electores. A la siguiente elección, los electores podrán ratificarlo o no elegirlo si consideran que no sirvió a sus mejores intereses. Se conserva y preserva así, la voluntad del pueblo.

En la posición contraria, Rousseau imaginaba que los representantes populares una vez electos, debatieran en una asamblea sus posiciones y llevaran a sus parlamentos una lista de "sís" y "nos". Es decir, consideraba a los representantes populares meros agentes, un medio de comunicación de las instrucciones de sus electores. En este sentido, el representante sólo debe registrar las creencias y las opiniones de su electorado y cuando vota debe hacerlo como quieren sus electores, a pesar de que no esté de acuerdo con su electorado o renunciar a su puesto. Si no está seguro debe regresar a su base y buscar cual es la posición de sus electores en el asunto que se debate. Hoy puede basar sus decisiones en las encuestas que realice entre sus electores o ir personalmente a tomarles el pulso mediante asambleas de discusión o entrevistas personales. Al mismo tiempo, los electores pueden escribirle, llamarle por teléfono, hablar a los programas de comentarios de radio y televisión, o escribir a los periódicos.

De cualquier manera, durante las campañas, un punto fundamental de ataque a quienes quieren reelegirse o volver a ocupar un puesto de representación popular si no hay reelección inmediata, es cómo votaron como diputados, senadores o asambleístas.