Adquiera  


INTRODUCCIÓN

El símbolo es un fundamento del conocimiento; es una idea en su sentido originario que vincula el ser con el conocer; por él, a modo de puente, se plasma una existencia, una aspiración e incluso todo un sistema ideológico.

A través de símbolos se conoce al mundo: el hombre es un animal simbólico. Pero es por la lengua como se le comprende mejor; las palabras han sido hasta ahora los mejores símbolos, aunque se afirme que una imagen encierra mil palabras; el problema de ella es que cada quien la interpreta a su manera, en su contexto y en su circunstancia, por lo que el resultado podría ser una Babel. La palabra, en cambio, tiene la pretensión de enviar un mensaje concreto correcto, preciso, omnicomprensivo; que todos entiendan lo mismo.

        Los griegos rendían culto a Hermes y le llamaban mediador, porque era traductor de la palabra del poder (Zeus) y el poder de la palabra (los hombres);  vínculo entre lo que se ve y lo que permanece oculto, entre lo unívoco y lo equívoco. Hermes inventa las vocales en su primer intento de buscar  la univocidad de los conceptos. De hecho, el alfabeto, en sus orígenes es un secreto religioso, en él estaba la potencia de invocación, la palabra era una fuerza -como lo es - para movilizar a la sociedad, a los demonios o a los dioses. Es Hermes quien  transcribe y vulgariza los conceptos para que todos los entiendan y se comuniquen  y perdure la sabiduría de conducirse en el mundo.

        Para evitar nuevos babeles, los lingüistas han construido una disciplina científica en honor de  Hermes: la hermenéutica; la definen como la ciencia que orienta debidamente a conocer palabras, conceptos, textos y contextos. Su función es encontrar el sentido justo de un concepto susceptible de una amplia gama variable de versiones; si eso no se logra, el concepto queda hermético, es decir, cerrado, oculto.

        ¿Cuál es el verdadero significado y sentido de una palabra? ¿Cuál es la clave para comprenderla? Responder a estas preguntas es el trabajo de quienes se dedican a elaborar  diccionarios; todo nuevo diccionario es un nuevo y renovado esfuerzo para que la relación humana, en sus múltiples facetas, produzca la comunidad: "El vínculo que une al pueblo no se constituye ni por la cadena natural de las generaciones ni por ninguna otra característica objetiva. Claro  es  que en la formación del pueblo puede tener importancia relevante la comunidad de origen y de la tierra, pero aún más, la del idioma…Con sus medios de poder, el Estado se encuentra en las mejores condiciones para hacer por la lengua y la antropología un solo pueblo de pueblos diferentes "1

        Un diccionario es un compendio de conocimientos debidamente clasificados; es un conjunto de llaves para abrir lo hermético, para comprender el mundo, para desmitificarlo, para desencantarlo y hacerlo humano. Es una obra para conocer, para comprender y para interpretar racionalmente los símbolos del lenguaje. Como el hombre evoluciona, cambia de signos, de significados, de significantes y nuevos conceptos entran en su sistema lingüístico, por lo que todo diccionario siempre es  ad emendandum  (para proceder a su corrección)

        Una obra de esta naturaleza pretende responder a la pregunta ¿por qué se ha creado un nuevo término o aplicado al objeto determinado concepto? Para ello es necesario aprehender el valor esencial de una palabra y lograr su conceptualización para, permitir el análisis y la explicación racional entre término y objeto, en una conexión que exprese sentido unívoco. Este trabajo intelectual queda perfectamente expresado en la carta del licenciado Baltasar Sebastián  Navarro de Arroyta a Sebastián de Cobarrubias, escritor del Primer Diccionario de la Lengua(1611): "El conocimiento de la verdadera significación de los vocablos, desengaña de dos errores muy asentados en la ignorancia de los lenguajes, probando evidentemente lo contrario de ellos, y enseñando lo uno que no es posible que en un mismo lenguaje haya vocablo que signifique dos cosas igualmente, y lo otro que es imposible que haya dos o más vocablos que igualmente signifiquen una cosa.
       
Lo primero es evidente, porque en los vocablos sucede lo mismo que en los instrumentos del servicio humano, en los cuales hay uso, que es el fin para que se hicieron, y hay abuso, que es en los fines a que los hombres por semejanza los aplican; como un cuchillo sólo se hizo para cortar, pero clavándole en un madero y colgando algo de él, sirve de clavo, no por uso propio, sino por abuso del que se sirve de él por la semejanza que tiene en la largueza, dureza y agudeza… El segundo error es creer que hay dos o más vocablos que signifiquen una cosa misma, y éste está más asentado que el pasado error, y calificado con título de elegancia, habiendo muchos libros de los que falsamente llaman sinónimos, poniendo todos los vocablos que dicen significar una cosa misma, siendo cierto que ni éstos son sinónimos aunque signifiquen una cosa misma, ni la pueden significar propiamente; como en los instrumentos que decíamos de los hombres, que no puede haber dos diferentes que hagan el mismo oficio de la misma manera, como el cuchillo y las tijeras se hicieron para cortar, pero no cortan  de una  misma manera, ni en  todas las cosas el uso de uno se puede sacar del otro. Y así es en los vocablos".

        "Las palabras están enfermas  -afirmaba en 1989 Torcuato S. Di Tella en su Diccionario de Ciencias Sociales- , están agobiadas por la carga de significados, de metáforas, de definiciones prematuras que ponemos sobre ellas… es bueno  hacer un inventario de las palabras con que nos agredimos, con las que pretendemos comprender la realidad y eventualmente entendernos  unos a otros". El problema, pues, es que los conceptos no tienen significados unívocos; no hay certidumbres; impera la ambigüedad y si esa es la circunstancia en el universo lingüístico, se podrá deducir cuál es la situación de la comunicación política: una verdadera Babel. El reto se puede resumir, en que un diccionario logre determinar e imponer de modo unívoco y universalmente aceptable, el significado esencial de los conceptos.
       
        La lucha política  se expresa, en buena medida, con las armas del lenguaje. Es necesario que el discurso político sea claro, directo y que la carga de las palabras refleje la concordancia entre concepto y objeto. Esta relación es la que llaman los filósofos: la verdad. Sin embargo, los términos del lenguaje político son ideológicamente partidarios; las palabras deben ser neutrales, significantes, precisas, expresadoras de las propiedades y esencia del objeto, deben dar certidumbre de lo que se habla. La lucha política, por el contrario, es parcial, cargada de "metáforas y de definiciones prematuras" y,  probablemente, encubridora de la verdadera significación de lo que se está afirmando.

        A mediados de los años setentas, en plena lucha ideológica entre capitalismo y socialismo, Jean François Revel afirmaba que el mundo evolucionaba inexorablemente hacia el socialismo, pero que había una verdadera confusión en los términos, señalaba:  "La sociedad socialista posee la perfección en grado sumo, pero no existe". ¿Cómo definir y conceptualizar ese fenómeno inexistente? “La mayor parte de las formas de definir el socialismo procede no tanto de la voluntad de hacerlo existir, como de las disputas entre sectas que luchan por la supremacía, ya sea en el poder, ya en el seno de los partidos de oposición. Constituye el código de las luchas de influencias entre pandillas políticas con sus jefes  autoritarios, a los que preocupan mucho menos las necesidades de los hombres, que las condiciones de un futuro reparto del Estado". Y más adelante, para definir el concepto de socialismo propone: "…es prueba de socialismo, toda evolución, reforma o revolución que tenga como consecuencia el que la economía trabaje un poco más en beneficio del hombre, y el hombre, un  poco menos en beneficio de la economía; que la haga funcionar en beneficio de un mayor número de hombres y más controlada por ellos. Es antisocialista todo aquello que mantiene a los hombres al servicio de la economía…( ) socialista es todo lo que contribuye a supeditar a la economía a las necesidades de la mayoría, pero sin dejar  por ello de mejorarla”. 2

        En esos tiempos, la confusión de términos era parte de la lucha política. Socialista era sinónimo de comunista; al decir de Navarro de Arroyta: cuchillo y tijeras eran sinónimos, por una vulgar comprensión del arte de cortar. Socialismo y comunismo se hacían sinónimos por su oposición  al capitalismo, pero  no por su esencia.  Y esto era a causa de que la información, el conocimiento de la verdadera acepción de los términos era sustituida por la propaganda. Pero del lado del capitalismo ser socialista o comunista era irremediablemente ser partidario de regímenes estalinistas; y también, hicieron sinónimos: estalinismo - socialismo - comunismo, borrando cualquier diferencia sustancial entre ellos. Esta fue la médula de la contienda  denominada Guerra Fría, que estuvo llena de palabras sobrecalentadas para borrar su verdadero significado. Pronunciar un discurso por el socialismo era ser declarado estalinista; y, a su vez, pronunciarse por la libertad, la pluralidad y la libre empresa era ser agente del imperialismo.

        En conclusión, los hombres no podían comunicarse y, mucho menos, entenderse. Esta Babel generó víctimas inocentes de todos los lados en conflicto. Todos exigían una adhesión íntegra a su bando; exigían que se condenara o se aprobara en bloque. Bajo el principio de la generalización, hubo una gran confusión: "el que ataca a la parte, ataca al todo". Así, quien denostaba los campos de concentración era anticomunista; pero quien proponía la fórmula "a cada quien según  sus necesidades" era anticapitalista.

        Todas las palabras confundían, eran antiguas, generalizantes, llenas de sesgos. ¿Cómo entendernos? Los términos fueron expropiados para uso exclusivo de la  lucha y, por lo tanto, se convirtieron en términos maniqueos; no existió más que el blanco y el negro. La cultura es matiz y por ello las palabras deben volver al hombre a los matices: ¿se puede ser comunista sin ser totalitario? ¿se puede  ser socialista sin ser comunista? ¿se puede ser capitalista sin olvidar al hombre? Entonces, se pueden abandonar los puntos extremos y hablar de socialdemocracia, de liberalismo social, de comunismo sin totalitarismo. Hoy día se habla de la tercera vía: ¿no sería  conveniente encontrar la cuarta, la quinta y la n vía para la convivencia?

        Al final de los años ochenta, la polémica cambió. El derrumbe de la URSS y de los estados socialistas de Europa del Este, aunado al clima ideológico neoliberal, cambió los términos del debate. Se enterraba con cierto desdén al marxismo y se clausuraba la era del socialismo; pero todavía más,
se declaraba incluso el fin de la historia. Se había llegado a la utopía: a la sociedad “democrática” y “postcapitalista”.

Con el colapso del marxismo y el comunismo se cerraron 250 años que habían sido dominados por una religión secular, que Peter F. Drucker calificó como "La fe en la salvación de la sociedad".  La nueva sociedad que está aquí y, que según sus admiradores, será la del tercer milenio, es adjetivada como democrática y postcapitalista; lo primero, porque no se permitirán en adelante dictaduras de ningún signo y de ninguna modalidad; lo segundo, porque el recurso económico básico será el conocimiento, lo que significa que el valor se creará por la productividad y por la innovación.

Según el propio Drucker, los grupos sociales dominantes de la sociedad serán los "trabajadores del conocimiento", que se pueden definir como ejecutivos instruidos, que saben asignar sus conocimientos a usos productivos, de la misma forma como los capitalistas asignaban capital a usos productivos. Todas estas personas, “trabajadores del conocimiento”, serán empleadas en organizaciones, pero todavía no tienen nombre y no se encuentran sus definiciones en los diccionarios. Hoy encontramos los términos asalariado, obrero, trabajador, proletario, trabajador de cuello blanco, pero no este nuevo homo economicus   que ya existe, pero que todavía no tiene nombre ni definición; aunque sus características son  productividad y conocimiento.

        En el capitalismo, por contradicción al comunismo totalitario, la política se envuelve en el manto de la democracia. Ella legitima todo, se vuelve la palabra mágica y el método por antonomasia para la toma de decisiones. Pero lo que es todo, resulta ser poco. Por lo tanto, es quizá el término que requiere conceptualizarse con mayor urgencia.

        El marxismo, más que una ideología, fue una religión que pretendía redimir a la sociedad. La democracia es hoy también una religión con todos sus dogmas y ritos; una filosofía para entender el poder; una corriente de pensamiento que busca legitimar sobre sus bases, la vida misma. Nada que no sea democrático debe estar permitido.

        Para comprender el fenómeno: "Hay que ser sucesivamente, historiador para comprender como se ha formado la idea democrática; sociólogo, para estudiar su arraigo en el grupo social; economista, para dar cuenta de los factores materiales que actúan en su evolución; psicólogo, para captar en las representaciones que de ella se hacen los individuos, la fuente de energía que la nutre; politólogo, para analizar las incidencias en los sistemas y doctrinas; jurista, en fin, para definir las instituciones, tanto privadas como políticas, en las que se concreta. Tal yuxtaposición de competencias, tan contraria a la especialización científica, basta y sobre para desalentar a quien emprende un estudio de la democracia". 3

        Si nos colocamos desde la perspectiva del historiador, observaremos que las formas de gobierno se clasificaban por el número de los que mandaban. Si uno manda y todos los demás obedecen, se estaba frente a una  monocracia; si varios mandaban y los demás obedecían, se encontraba uno frente a la oligocracia. Es en el siglo V a. C., en Grecia, que se crea una nueva forma de gobierno: "Todos mandan y todos obedecen". La nueva fórmula nace con Clístenes como antítesis de la tiranía y la oligarquía.

        Clístenes postula, en el fundamento de su fórmula: primero, se debe preservar  el interés individual; segundo, el interés individual debe supeditarse al del grupo; tercero, el interés colectivo debe prevalecer  sobre todos los demás; cuarto, la acción política puede generar una voluntad general que salvaguarde los intereses de todos. Esa voluntad general es expresión de individuos y grupos que conviven en una circunscripción político - territorial que los griegos llamaban demos.

        El demos es un territorio que da asiento a un pueblo con voluntad política para expresar su interés colectivo. Esa voluntad implica trascender del individuo a la familia, de la familia al grupo y del grupo a la colectividad llamada demos. Para los griegos el hombre es un ser político y el demos determinaba la esencia de ese ser; el hombre tenía significación a partir de su demos, por ello no era importante ser nombrado por los apellidos de los padres, sino por el demos: así, conocemos a Tales de Mileto, a Sócrates de Alopece, a Heráclito de Efeso, a Alcmeón de Crofona…

        El interés y el trabajo por  el demos es la polis; ésta es la actividad a favor del demos, por lo que se deduce que el demos es el estado - ciudad. El hombre debe estar interesado por su polis; debe ser político. Los romanos tradujeron polis por civitas; civitas era la ciudad y quien se interesaba por ella era un ciudadano.

Trabajando en la elaboración de un diccionario, a quien se interesa por sus polis, deberíamos catalogarlo como un polidano; a quien se interesa por su ciudad, ciudadano; por su estado - nación, estadonacionadano. Todavía no hay definición para los que hacen política por el mundo global.

        Una fuerte corriente convierte en sinónimos los términos democracia e  igualdad, bajo el principio de que todos los hombres son iguales. La palabra  griega que sintetiza ese concepto es  fratria, phratria ; los phráteres son los que se han hermanado por el demos, gracias a la política; son los que forman la comunidad. Esta raíz lingüística ha pasado a la mayoría de las lenguas indoeuropeas: céltico: brathir; alemán: bruder; inglés: brother; latín: frater; francés: frère; en  español usamos el término fraternidad. La democracia es, por tanto, hermanar al hombre por medio del trabajo en y por el demos.

        En la Guerra Fría, comunismo y el mundo libre eran considerados por muchos como términos antagónicos. Libertad y más precisamente las libertades, es lo que postulaban los miembros de esta corriente. Libertad de empresa, de impresión, de reunión, de asociación, de opinión… libre competencia como fruto máximo de la democracia.

        La democracia se sustenta también, sobre el principio de que todos tienen interés por la cosa pública. Los griegos llamaban inútil al que no se interesaba  por el demos; los romanos tenían el concepto de res pública: cosa pública y quienes se interesaban por ella eran republicanos. El concepto de interés por la cosa publica conlleva, a su vez, a los correlativos de participación - abstención.

        La libertad genera opciones; la igualdad, aspiraciones. El interés por la cosa pública produce la participación política, y los tres: opciones - aspiraciones – participación, crean un conflicto social por la fuerza intrínseca de cada una de las posiciones. La democracia entonces se la define como conflicto entre alternativas, radicalismos y posiciones.

        El conflicto democrático tiene límites: ningún interés debe ser tan antagónico que pueda romper el orden social; la democracia parte de la premisa de que todos los intereses en conflicto pueden ponerse de acuerdo. Toda democracia es incluyente, requiere de concesiones de ambas partes. El consenso es consustancial a la democracia.

        El mecanismo de consenso con más éxito en la historia política, es el proceso electoral moderno. Mediante él, se agrupan las posiciones; se seleccionan los candidatos; los partidos forman los ejércitos de la contienda, organizan la batalla electoral y aceptan y defienden los resultados. En esa contienda, el voto cobra su valor: si la democracia es igualdad, entonces: un hombre, un voto; si es libertad, puedes elegir la opción; si es interés por la cosa pública, entonces la participación electoral es definitiva, la mayoría decide; si es conflicto, cada ciudadano es parte del disenso; si es consenso, cada ciudadano, es parte de la solución.

        De esta manera, el proceso electoral se constituye en el medio supremo de la democracia, en el cual los grupos y los ciudadanos expresan su decisión sobre el ejercicio del poder.

        La tolerancia es la virtud más característica de la democracia pluralista que consiste, fundamentalmente, en dejar que los que ganaron, gobiernen; que los que perdieron, sobrevivan y tengan derecho a reiniciar su lucha; la democracia, por virtud de la tolerancia, es un no rotundo al ostracismo.

        En conclusión, una sociedad democrática es abierta, plural, en permanente conflicto, en constante negociación, en incesante cambio, con un equilibrio precario de fuerzas y poderes. Los efectos de la lucha por el poder son para todos; el poder tiene un control:  periodos electorales que son la sanción a la forma en que se ha ejercido el poder y la oportunidad para renovar esperanzas.

        En la democracia, el ejercicio del poder se fundamenta en el consentimiento de los gobernados: porque ellos participan en las decisiones; porque envían representantes; porque sancionan el ejercicio del poder. La democracia se construye y se opera con demócratas; sé es demócrata si: sé es libre; sé es igual; sé tiene conciencia y responsabilidad ante el interés público; sé tiene energía para luchar por las convicciones propias y se respeta las ajenas; sé tiene amplitud de criterio para pactar continuamente la marcha del gobierno; sé es tolerante para convivir y cooperar con los que no piensan igual.

        Si la democracia se adjetiva, entonces volvemos a la torre de Babel. Así, si la democracia es liberal, implicará la sobreprotección de la propiedad privada y la libre competencia, en donde se impondrá la ley del más fuerte; si la democracia es social girará en torno a la distribución de la riqueza; si la democracia es exclusivamente política, entonces bastará que haya partidos políticos, elecciones periódicas, reglas de acceso al poder y rendición de cuentas. La democracia es un concepto difícil y amplio que siempre es necesario acotar.

        Sólo con un correcto y preciso dominio del vocabulario, se transmite diáfanamente el mensaje y se comprenden las luchas, preocupaciones y dificultades de los hombres.

Al final de su libro El Fin de la Historia y el Ultimo Hombre, Fukuyama escribe: "Supongamos que el mundo se ha llenado, por decirlo así, de democracias liberales, de modo que no quedan ya tiranías ni opresiones dignas de tal nombre contra las cuales luchar. La experiencia sugiere que si no existe una causa justa por la cual combatir, porque esta causa justa salió triunfante en generaciones anteriores, entonces los hombres lucharán contra esa causa justa. Lucharían meramente por luchar."

        Dos conclusiones del anterior párrafo: primera, la democracia liberal es el valor supremo de un mundo que festejó la caída del socialismo real; segunda, se habrá acabado la lucha por los valores y por ello, habremos llegado al final de la historia; en adelante contaremos las anécdotas de las luchas estériles basadas en las sinrazones de los contendientes. Sin embargo, creemos que muchos fenómenos que conforman a la sociedad democrática serán noble motivo para  el espíritu de la lucha de la humanidad.

Si hoy no vemos más que democracias liberales, volvamos los ojos a su origen. Clístenes  la funda como un sistema contra oligarquías y a favor de las libertades y la igualdad sobre la base del interés por la cosa pública y la tolerancia.

En el invierno del 431-430 a. C., ya consolidada la democracia ateniense, se designa a Perícles como orador, para hablar en honor a los primeros caídos en la Guerra del Peloponeso; esta pieza oratoria está considerada como una obra maestra en la literatura, pero también es el elogio más preclaro al ideal democrático como forma de vida.

Dice Perícles: "Tenemos un régimen político que no emula las leyes de otros pueblos, y más que imitadores de los demás, somos un modelo a seguir. Su nombre, debido a que el gobierno no depende de unos pocos sino de la mayoría, es democracia. En lo que concierne a los asuntos privados, la igualdad, conforme a nuestras leyes, alcanza a todo el mundo, mientras que en la elección de los cargos públicos no anteponemos las razones de clase al mérito personal; y tampoco nadie, en razón de su pobreza, encuentra obstáculos debido la obscuridad de su condición social si está en condiciones de prestar un servicio a la Ciudad. En nuestras relaciones con el Estado vivimos como ciudadanos libres y, del mismo modo, en lo tocante a las mutuas sospechas propias del trato cotidiano, nosotros no sentimos irritación contra nuestro vecino si hace algo que le gusta y no le dirigimos miradas de reproche… Si en nuestras relaciones privadas evitamos molestarnos, en la vida pública, un respetuoso temor es la principal causa de que no cometamos infracciones, porque prestamos obediencia a quienes se suceden en el gobierno y las leyes…nuestra ciudad está abierta a todo el mundo, y en ningún caso recurrimos a las expulsiones de extranjeros…amamos la belleza con sencillez y el saber sin relajación. Nos servimos de la riqueza más como oportunidad para la acción que como pretexto para la vanagloria, y entre nosotros no es motivo de vergüenza para nadie reconocer su pobreza, sino que lo es más bien no hacer nada para evitarla… Las mismas personas  pueden dedicar a la vez su atención a sus asuntos particulares y a los públicos… Somos, en efecto, los únicos que, a quien no toma parte en los asuntos públicos,  lo consideramos no un despreocupado, sino un inútil… la lucha nuestra es por defender este modo de vida y por él daremos la vida…"

        Así pues, la lucha por el perfeccionamiento de la democracia en todos sus aspectos debe ser principio de la nueva historia del hombre. Creemos que habría pocos Perícles que hoy pudieran elogiar su sistema político como acabado, perfecto y digno de dar la vida por él. Por el contrario, si es conveniente reemprender esa larga marcha de la humanidad - como quiere K.R. Popper -  hacia una sociedad abierta, a pesar de sus enemigos.

La historia de la humanidad tendrá significado si todas las esperanzas, sufrimientos, luchas y padecimientos llevan a la sociedad abierta a todos  con espíritu democrático. No debe existir un hombre más importante que otro; no debe existir un hombre más libre que otro; no debe existir un hombre más despreocupado por los asuntos de todos, que otros…

        Este trabajo académico es una contribución modesta a la lucha política, para que los hombres se entiendan, dialoguen, se confronten, con el objetivo de que esa lucha sea para abrir más a la sociedad y hacerla más libre, más justa, más democrática. El diccionario electoral tiene como misión que la Babel se entienda, para beneficio de una sociedad que aspira a ser democrática dándole sentido a su historia.

El Instituto Nacional de Estudios Políticos publicó hace un par de años el Manual de Campaña, en donde afirmábamos que la contienda electoral debe poner en juego la paideia política; pues no es posible, por definición, un puro pragmatismo político: éste es un mundo con sentido político que reivindica al hombre consigo mismo, en su individualidad y con la sociedad y la política a la que pertenece. Debe poner en juego también la educación política de todos los ciudadanos, y finalmente, a través de la capacitación en las técnicas de la contienda electoral, hacer triunfar a la realidad sobre la imagen, a la  democracia sobre la demagogia, a la razón sobre la pasión, a la verdad sobre el sofisma, y reafirmar la ética de la convicción y de la responsabilidad en todos los ciudadanos.

        El Manual de Campaña y el Diccionario Electoral son productos de un Instituto preocupado por superar el falso dilema entre igualdad y libertad. La libertad es un bien inherente a la naturaleza humana; la igualdad es fundamental en toda sociedad democrática. La libertad no tiene sentido para quienes viven en pobreza extrema, buscando sobrevivir en el aquí y ahora, sin futuro y sin esperanza. Libertad, igualdad y gobierno eficiente, surgido de la lucha democrática son los goznes de la sociedad a la que aspiramos.
       
        La libertad sin igualdad es ilusión; la justicia social sin libertad es inaceptable.

 

 

 

Los autores.

1 Heller, Herman; Teoría del estado; México, F.C.E., 1963. P.176

2 Véase La tentación Totalitaria; España, Plaza Janés, 1976

3 Burdeau, Georges; La Democracia; Ariel, Barcelona, 1965. P.19